Capítulo 19- El mayor secreto del Rey.

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La escalera se hacía cada vez más empinada, internándose en las profundidades de la tierra, bajo el establo, y dirigiéndose hacía el Castillo.

Sakura estaba nerviosa, la luz que emanaba de la bola de energía que había convocado, se hacía más pequeña a cada minuto. Algo en ese lugar estaba menguando su magia.

Y no solo era oscuro, húmedo y apestaba a muerte. Ella sentía una presencia que la atraía, como si su brújula interna, apuntará en una dirección y hacia allí la guiarán sus pies.

Después de un largo rato bajando escalones llegó hasta un túnel que parecía desierto y abandonado. Una vieja puerta podrida, que apenas se sostenía de las bisagras la separaba de otro túnel interminable. Casi al final, diviso algunas antorchas en las paredes, estaba demasiado espaciadas, como si el área donde ella se encontraba no fuera transitada ni por los guardias.

Disolvió la bola de energía y se pegó a la pared. Deslizándose entre las abras, con el sigilo de una loba en plena casería.

Sus hombres estarían orgullosos de ella si pudieran verla. ¡Por las Diosas, cuánto los extrañaba!
Llevaba dos semanas en la ciudad más peligrosa para seres como ella.
Estaba segura de que ellos se sentían frustrados por no poder protegerla como sus instintos reclamaban.

En el silencio mortal que la rodeaba, empezó a escuchar murmullos bajos. Eran los guardias que estaban haciendo sus rondas.

Se acercó lentamente hasta mezclarse con la fila que pasaba frente al pasillo por el cual ella iba.

Los siguió, atenta a cada giro y desvío que tomaba. Necesitaba conocer el camino de regreso, fuera de ese infierno.

Los lamentos comenzaron a escucharse por sobre la aburrida conversación de los guardias.

A los lados de los muros de piedra, surgieron las rejas de los calabozos.

Mujeres, niños, hombres. Familias de cambiaformas, maltratados, desnutridos. Mutilados.

El corazón de Sakura, se rompía con cada mirada echaba a través de las rejas. 
Su sangre estaba hirviendo en su cuerpo.

—El Rey no bajará hasta el atardecer. Está en una reunión con Lord Hyuga y Lord Sabaku. Quiere a todos las bestias cantando para él. Ya saben que puede oírlos desde su estudio privado. — sonrío Ibiki, al principio de la fila.— los llevaremos al centro de las mazmorras. Serán azotes constantes, pueden tomar un descanso de diez minutos cuando la bestias pierdan la conciencia. No quiero ver guardias cansados quejándose de dolor en los brazos.

Las rejas empezaron a levantarse, a través de una manivela que Ibiki manipulaba al principio del pasillo donde se encontraban.

Sakura trago en seco. No iba a torturar a nadie. Tenía que salir de allí. Y regresar cuando no hubiera guardias. Sacar a todos y ponerlos a salvo.

¡Diablos! Sería una tarea imposible. Tenía que hacer algo en ese preciso momento. Iban a azotar a todos. Su mente no dejaba de pensar en los niños.
¡Bastardos desalmados! Quería gritar, quería matar a todos los guardias...
El sudor bajaba por su sien, le temblaban las manos.
Y lo peor de todo era que sus pies le insistían para salir de allí, como si le apremiaran para encontrar otra cosa, algo más importante, algo vital.
Mientras los guardias arrastraban a los prisioneros, Sakura, retrocedió y se interno en un pasillo oscuro.
Sentía un tirón en el pecho, que la instaba a seguir adelante.

Sabía que se había alejado demasiado, tanteaba las paredes de piedra, siguiendo un fino hilo de magia, que la guiaba en la oscuridad.

Hasta que se topo con una extraña pared de energía.

Revenge- Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora