31- Cautiva.

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Oscuro. Sakura no necesitaba saber que se encontraba en las mazmorras bajo el castillo. El olor a humedad se filtraba por su nariz, que había empezado a gotear sangre luego de que gastará toda su energía.

Su brazo estaba vendado, pero tenía las manos atadas en la espalda lo cual le provocaba un dolor y una incomodidad terrible. Sus tobillos también estaban atados, y los grilletes que le habían colocado lastimaban sus tobillos.

¡Jodida suerte!. Pensó. Sedienta y desorientada no sabía cuánto tiempo llevaba allí. La cabeza le palpitaba, el estómago se sentía vacío. Y estaba se cura de que algo acababa de rozarle los talones.

—Iuhhg— Murmuró bajito. Incapaz de contener el asco. Odiaba los insectos y los roedores. Bueno, odiar, era una palabra demasiado fuerte. No es como si los pobres animalitos le fueran a hacer daño. Pero le ocasionaban la suficiente repulsión como para quererlos bien lejos.

Se removió apenas un poco y la punzada de su hombro la hizo jadear.
El jergón sobre el cual estaba recostada apestaba a sudor y orina. No esperaba que su maldito tío la pusiera en una suite del castillo, aunque esto ya era demasiado desagradable.

Calmó los frenéticos latidos de su corazón y se concentró.
Podía escuchar a lo lejos el sollozar y los murmullos de otras criaturas. Recordó a los prisioneros que mantenían bajo el castillo, las familia de cambiaformas a las cuales su tío se dedicaba a torturar.

Trato inútilmente de convocar un poco de su poder para iluminar la celda en la que se encontraba, pero le resultó imposible, había agotado todas sus fuerzas.
Los escudos habían sido muy necesarios para evitar más heridas. Aún así tenía pequeños cortes en todo el cuerpo.

Se sumió en un estado de relajación adentro de su propia mente. Buscando esa llama de luz que la conectaba con su familia, con sus lobos.

El vínculo estaba agitado. Sus compañeros ya sabían que estaba herida y en poder del enemigo. Trato de enviarles su amor, de hacerles sentir que estaba viva, que no dejaría que la quiebren, pero necesitaba recuperar más de su fuerza. Y solo había reunido la suficiente para despertar.

Antes de que su tío regresará y la torturara hasta la muerte. Decidió descansar. Cerró los ojos y calmó la respiración.
Los ejercicios que su padre le enseñaba desde pequeña para hallar el equilibrio.

Fue apenas consiente del movimiento fuera de la celda, sintió pasos, pero los ignoro.
Estaba poniendo en reposo todo su cuerpo, para darle a su energía la posibilidad de recuperarse rápidamente.

—¿Sigue desmayada?— gruñó un hombre. Su tono era de cansancio y sin dudas estaba molesto.

—No se ha movido— afirmó otra voz un poco más calmada.

—Cuando terminé tu turno puedes subir. Tokara va a reemplazarte. Lo estás haciendo bien para un simple mozo de cuadra. — se burló. Luego los pasos se alejaron y Sakura escuchó un suspiro cansado.

Sabía que su primo estaba en el oscuro pasillo, junto a las rejas.
Él había ayudado a que la capturen. Podía haberla subido a un caballo y alejado del sitio donde estaban, pero eligió dispararle por la espalda.
Quiso gruñir. Estaba enfadada con él. Pensó que no se parecía a su tío, pero le había dado el golpe de gracia a traición.

—Estas despierta princesa. — Murmuró Naruto.
Había notado el sutil cambio en su respiración.

Sakura giró la cabeza, y enfoco sus orbes verdes sobre los azules que la miraban con pesar y culpa.

—Hola primo, ya sabes quién soy... y quién eres, al parecer.— ironizó, con la voz cargada de reproche.

—¿De verdad eres la hija de Kakashi, el Rey loco?— dijo apenas murmurando. Sakura no alcanzaba a verlo bien, pero su tono era de incredulidad. Le sentó cómo patada al hígado el apodo con el que llamó a su padre.

Revenge- Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora