Capítulo 13- Una guerra inminente.

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Las ruinas de la ciudad Luz, bajo el bosque, eran extensas, tantas salas, cámaras, recovecos llenos de moho y humedad. Cubiertos de tierra, con techos colapsados y raíces de los árboles impidiendo el paso en mucho más de las zonas que habían estado explorando.

La civilización antigua, había sido consumida por el poder oscuro del Rey maldito. Eso era lo que las leyendas que Orochimaru les contó, decían.  La Diosa, intentando corregir el gran daño que sus hermanas habían causado, hundió la ciudad, sin detenerse a dar aviso, arrasó con los humanos, que vivían allí, enterró en lo profundo, el error que había cometido al engendrar hijos corrompidos por la oscuridad. Huesos que ya se estaban volviendo polvo asomaban entre las raíces.

Itachi podía sentir la ira de los que allí descansaban. Ocultos, malditos...

—¿Cuánto falta?. Este lugar me da escalofríos.— susurró Sasuke, a su lado.
Los demás, se encontraban a pocos metros, esquivando obstáculos para abrirse camino por el túnel que él mismo había estado revisando por días.

La noche anterior, cuando habían regresado a su casa, solo una Tsunade de ceño fruncido, estaba en la sala. Mascullando sobre lo desagradecidos que eran sus hijos y como nadie le ayudaba a preparar la cena ni poner la mesa, incluso llegó a decir que iba a criar cerdos la próxima vez, antes que niños.
Su padre, se les había unido poco después, comunicándole a los dos lobos, que el resto de la manada estaba en el patio de juegos y que por nada en el mundo, sería él quien los buscará.

Después de besar a su madre hasta que ella rogó que la dejaran terminar de hacer la cena en paz; ambos habían salido a buscar al resto de sus hermanos.

Cómo su padre dijo, estaban en la tienda, desnudos y sudados, Saku, se encontraba entre Izuna y Madara, gimiendo con cada embestida que recibía de ambos. Sasuke era un lobo a sus pies, lamiendo sus dedos y haciéndole cosquillas a su pelirosa.

No tardaron mucho en despojarse de sus ropas y unirse a la fiesta.
Cambiando de lugar con sus hermanos, Itachi y Shisui, se adueñaron del cuerpo de Sakura.

—Se estaban divirtiendo sin nosotros— reclamó Shisui, con una pelirosa exhausta, tumbada sobre su pecho.

—Nos dejaron el trabajo pesado, mientras ellos tienen los beneficios— le espetó Itachi, a un lado, mientras la mano de Saku trataba círculos sobre su pecho desnudo.

Shisui asintió.
—No deberíamos decirles nada de lo que descubrimos.— mascullo.

Sasuke paro las orejas y gruñó.
Madara se sentó a los pies del jergón y lanzó una mirada afilada a sus hermanos, mientras rascaba detrás de la oreja de Sasuke.

—No te pongas en modo alfa conmigo.— reprochó Itachi. Un gruñido bajo, y amenazador, basto para que el lobo soltará la lengua, pero no fue Itachi quién hablo primero.
Shisui tenía una fuerte compulsión a obedecer a su hermano mayor.

—Papá nos dijo una vez que había toda una cuidad bajo el Bosque, y luego cuando éramos cachorros nos topamos con esas cuevas y mamá nos dijo que no entremos porque los muertos descansaban en esos lugares.— tomó aire y antes de seguir hablando fue interrumpido por Itachi.

—Puede que encontramos una forma de salir del bosque sin ser vistos. — Saku sonrío. Su mirada decía lo orgullosa que estaba de ellos.

En cuanto les contaron lo que habían estado investigando, todos se sumaron a la excursión del día siguiente.

—Recuérdame, ¿por qué están aquí?— resopló Itachi.

— Solo necesitabamos que viniera Saku.— completó Shisui.

Revenge- Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora