32- Intocable.

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Minato dejó la sala del trono, sin explicar nada.
Lord Sabaku y Lord Hyuga se miraban confusos. No era propio del Rey mostrar tal desaire ante sus Lores.
Sabiamente guardaron silencio, mientras lo veían irse apresurado. Algo estaba pasando. Y querían saber de qué se trataba.

Ibiki, su guardia de confianza, había susurrado algo al oído del Rey, antes de que se levantará y abandonará la sala rápidamente.

Una vez que estuvieron solos.
Lore Hyuga miro al señor de las tierras cálidas y ambos intercambiaron miradas cómplices en silencio.
Para Hyuga era fácil tratar con Sabaku. Muy diferente de ellos era Haruno. Ese gordo ebrio no tenía la clase que tenían ellos.

Bajar las escaleras hasta las mazmorras le llevo a Minato, escasos minutos.

Las múltiples celdas mostraban rostros demacrados, hombres y mujeres, mutilados, heridos, débiles, que al verlo pasar gruñían y se retorcían. Luego de meses, algunos incluso llevaban años allí, seguían mostrándose desafiantes ante su presencia.
Los más pequeños sollozaban y se escondían tras sus patéticos padres.

Minato ignoró a sus cautivos.
Sólo le importaba una persona en ese preciso momento. Una que según Karura, la maldita oráculo que había destrozado hace años, sería su ruina.

"El final de la oscuridad". Había balbuceado antes de que destruyera su mente.

El guardia alumbró la celda y allí estaba ella, con una maldita sonrrisa arrogante. Cómo si hubiera despertado de un sueño reparador.

La odiaba. Odiaba su existencia. La odiaba con todo su ser. Porque ella era su ruina. Ella le había quitado el trono, había nacido para volver débil a su hermano. Con su primer latido, ya había arruinado todo sus planes a futuro. Mientras ella existiera él nunca podría gobernar. Por eso se había querido deshacer de la hija de su hermano.

Minato pensó que debería haberla torturado cuando la princesa estaba débil. Pero su propia arrogancia no le permitió hacerlo, no había placer en solo golpear su cuerpo inconsciente.

Él quería que ella rogara, suplicará su perdón y su piedad.
No tenía intención de darle ni uno ni lo otro, solo quería verla humillada.

Quería que ella atraiga a todos y cada uno de los seres que se ocultaban en ese maldito bosque. Iba a usarla para poner fin de una vez por todas, a esas criaturas. Sería el único capaz de hacer magia. Sería el último ser con poder sobre la tierra. Y viviría por siempre cuando apagará la luz de su sobrina, la luz que no dejaba crecer su oscuridad.

—¿Te gustan tus nuevos aposentos querida Sakura?— se burló.— Supongo que no recuerdas mucho de este lugar.
Tú padre te tenía entre nubes y estrellas, como la mimada niñita que eras. Junto a su propia habitación real. El cuarto de una princesa, de la futura reina.— siguió mofandose.

—¿Usas tú mí antigua habitación? ¿Debería sorprenderme que te pongas mis viejos vestidos para tratar de igualarme? Oh tío, es tan grande tu envida que no te permite ni respirar.

—No quiero respirar tu peste niña. Hueles a ese horrible bosque, hueles a la decadencia de esas bestias.

—No tío, huelo a la mierda que hay bajo tu lujoso Castillo. Huelo a la decadencia de tu propia ciudad, de las personas que te siguen.

Minato chasqueo la lengua furioso ante tales insultos.
—¿Estás lista para llamar a tus amigos?. Planeo colgarte en la entrada del Castillo. La poderosa bruja que aterrorizó mis aldeas.— ella lo miró sin nada miedo.

—¿Estás listo para irte al infierno?— sonrío de lado mientras lo desafiaba con sus malditos ojos verdes.
Quería entrar en la celda y darle un buen cachetazo. La jodida cría ponía su poca paciencia al límite.

Revenge- Saku-harén 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora