La Maldición 🕍

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Había llegado a esa mansión por un encargo de un amigo para hacer un inventario de todo lo que allí se encontraba.

Sabía que llevaba más de ochenta años abandonada, al menos su amigo le había dicho que el dueño anterior vivió hacía más de ciento cincuenta años. Estaba situada a las afuera de la ciudad, el día había iniciado en extremo frío y con una densa y húmeda niebla.

No habría aceptado dicho encargo de no estar tan necesitado de dinero. A sus veinte años Boruto apenas tenía dónde vivir. Su caída empezó con la muerte de sus padres cinco años atrás. Al llegar abrió el gigantesco portón de rejas para entrar con el auto.

Luego lo volvió a cerrar poniéndole el candado y se adentró hacia el jardín a pie. El sendero por donde él caminaba estaba impregnado de suciedad, hojas secas y restos de pequeñas esculturas de duendes y animales mitológicos.

El jardín que rodeaba la mansión era inmenso y estaba muerto, las secas hojas y flores muertas adornaban aquel lugar carente de toda vida.

El laberinto hecho de arbustos tenía un color marrón muerto, una gran piscina se ubicaba en el centro del jardín cuyas aguas verdosas estaban impregnadas con hojas secas de los árboles del lugar.

Las paredes de dicha piscina estaban cubiertas de mohos, a su vez las esculturas de ángeles y doncellas tamaños naturales ubicadas en diversos sectores del jardín estaban cubiertas de telarañas, polvo, hojas secas y enredaderas muertas.

Los asientos hechos de mármol ubicados en diversos sitios del jardín estaban amohecidos, cuberitos de telarañas y algunos rajados a punto de romperse.

El viento helado movía las hojas secas de un lugar a otro. Una densa y espesa niebla envolvía el lugar al completo como si de un gigantesco velo se tratase dando un aspecto lúgubre a todo el lugar.

Aquel jardín parecía haber sido abandonado por el tiempo y su mansión se asemejaba a las de los cuentos de terror donde los embrujos y maldiciones forman parte de la cotidianidad continua de quienes habitan esos mundos.

La imaginación de Boruto empezaba a dispararse al ir adentrándose a tan lúgubre lugar. La niebla cual mar extendiéndose por la espesura de aquel jardín iba cubriéndolo todo a su paso congelando hasta los mismísimos huesos de Boruto.

El cielo infestado con nubes grises cubría toda la región, y el viento llevaba el olor a tierra mojada por doquier.
Al llegar al umbral de la mansión, los escalones que conducían al hall estaban rajados y cubiertos de polvo junto a secas y muertas hojas.

La fachada le daba un peculiar aspecto a mansión embrujada cuyos habitantes de siglos pasados nunca la abandonaron pese al paso del tiempo. Los grandes ventanales estaban cubiertos de polvos y telas de arañas, algunos hasta tenían los vidrios rotos.

Desde fuera no se veía más allá de los vitrales y ventanales cuyas cortinas blancas algunas estaban corridas y otras permanecían amarradas.

Boruto se adentró hacia el hall para detenerse frente a la puerta principal hecha de roble en cuyo centro se hallaba la cara de un león con una argolla sostenida de sus fauces. Bortuo sacó la llave y abrió dicha puerta pero ésta chirrió al abrirse.

Desde el umbral el rubio contemplaba el aquel salón que se extendía hacia el oscuro interior donde las luces se funcionaban con la oscuridad .A su izquierda se podía ver una escalera de roble que conducía al primer piso.

Dos esculturas de doncellas hechas de hierro adornaban la entrada. Ambas estaban cubiertas de polvo y telarañas. De hecho todo el lugar parecía estar bajo un manto transparente de polvo y las telarañas eran las puntillas.

Boruto Y Shinki ~ BoruShin ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora