KLARAYa habían pasado más de 20 minutos desde que la misa debía haber comenzado, todos estaban dentro de la iglesia y Fermín me había dado la tarea de esperar a los invitados que faltaban.
Aquello era el colmo, les hacían una ceremonia de bienvenida y tenían el descaro de llegar tarde, por lo menos una parte de la familia Fitzen era decente y habían llegado justo a tiempo y con buen vestir. La niña era preciosa, y su hermano Jason Fitzen una persona muy agradable que se había ganado mi respeto con tan sólo unas pocas palabras que intercambiamos. Los Williams, la otra familia nueva en el pueblo, también a primera vista resultaron ser agradables y personas muy educadas.
El frío ya comenzaba a escocerme y ni rastros del segundo hijo.¡Menudo inmaduro!
Ya 25 minutos tarde, fatal. Y Fermín esperando por él. Increíble. Si fuera otra persona del pueblo hace mucho hubiera comenzado.
El ruido de una motocicleta captó mi atención y ví bajarse a una chica de cabello negro y con un atuendo perfecto para ir a prostituirse. Luego de ella un chico.
Se quitó el casco y dejó ver un cabello castaño con tonalidades rubias y enseguida capté unos fuertes brazos llenos de tatuajes. Si los tenía no debía mostrarlos, al menos no en ceremonias cómo esta.
Además.
¿Qué era esa ropa?
Así no podía entrar.
Con paso firme y con un caminar de pasarela se acercaron a mi. Me preparé para saludarlos pero el chico de piel bronceada me lanzó una rápida mirada y me obvió por completo para entrar por la puerta que estaba detrás.
—¡Ey! Buenos días y bendiciones para ambos.
Dije acercándome hasta tapar la puerta con mi cuerpo y ganar su atención.
—Buenos días.
Dijo la chica estilo Blancanieves.
—A ver lo lamento pero así no pueden entrar.
Dije con algo de vergüenza por ser directa.
—¿Y por qué no podemos entrar?
Preguntó el que supongo que sea André Fitzen.
—Es que así vestidos no pueden entrar, no está permitido.
—¿Y tú quién te crees que eres para decirme si puedo entrar o no o cómo debo vestir? — abrí la boca para decirle algo pero me cortó — es que es más niña pálida tú no me tienes que hablar a mí.
—Con todo el respeto, pero si se mudaron para Edmentong fue sabiendo que nos regimos por una religión que tiene reglas y esas reglas hay que acatarlas, de lo contrario pueden regresar.
Si pensaba que me iba a ganar esta pequeña pelea estaba confundido, además de que si lo dejaba pasar así me traería consecuencias con Fermín.
—Ya tranquila, yo no voy a entrar vestido así.
Debo admitir que me asombró su cambio de actitud y parece que más que a mí le asombró a Blancanieves que hasta ahora se mantenía mirando al margen y solo en ese momento noté un cambio en su rostro.
André dió un paso hacia mí, y luego otro. Bien estaba algo cerca. Quizás demasiado cerca. Desde aquí veía sus ojos verdes con matices grises. Su lengua mojando sus carnosos labios antes de sonreír y dejar ver una perfecta sonrisa blanca. Aquel simple gesto me hizo tragar saliva.
No fue hasta que se quitó el pulover que me di cuenta de lo que acababa de hacer. ¡Oh no! Así sí era verdad que no podía entrar. Me matarían.
Me guiñó un ojo y yo embobecida con semejantes abdominales hasta que me despertó del pequeño trance cuando me lanzó el pulover por la cabeza cubriendo parte de mis ojos.
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Devoción a Ciegas
Mystery / ThrillerKlara Janner, esa era yo, la chica perfecta de este pueblo y la imagen intachable de mi padre. Pero solo yo sabía lo que era el maltrato, el abuso, la humillación, solo yo sabía lo que sufría en las noches, y por eso quería irme de aquí, de este pue...