Capítulo #24

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DENISSE:

Sentí los párpados pesados cuando intenté abrir los ojos, la vista se me nubló y por un instante no sabía dónde estaba.

Cuando intenté levantarme del sofá me permití detallar el lugar y ví que era mi casa, fui entonces consciente del dolor en las muñecas y en los tobillos y recordé dónde había estado horas atrás.

Recordé los amarres en las muñecas, la rabia que sentí, la tristeza porque mi amiga de toda la vida no me entendía y por último la decepción, Fermín abusaba de Klara.

La magnitud que abarcaba esa frase me superaba.

Oh por Dios ¿cómo fui tan estúpida y no me dí cuenta nunca? ¿en qué estaba pensando? ¿cómo pude enamorarme de él?

Sentía que el pecho me apretaba y no era digna de sentir este dolor, todo lo que mi amiga debió pasar por culpa de ese infeliz, ¿cómo lo amé? ¿de qué forma pude ser tal ilusa?

Había vivido una farsa, meses teniendo las sobras y tenerlo todo tan en la punta de los ojos y ser tan ciega.

La rabia cada vez crecía más profundo en mi interior y la idea de ir a ver a Fermín se hizo cada vez más nítida en mi mente, iría a verlo, le diría las cuatro verdades que tengo atoradas en la garganta y luego trataría de buscar la manera de ayudar a Klara en todo lo que pudiera, y sobre todo lo más importante que era recuperar algo de su confianza.

Así lo pensé y así lo hice, salí deprisa por la puerta de mi casa sin siquiera colocarme un abrigo, corrí calle abajo sintiendo como la nieve me caía en el rostro como pequeños vidrios que cortaban mi piel, el aliento comenzaba a sofocarme y estaba dándome cuenta de que había sido mala idea no ponerme algo para este frío.

Uno, dos, tres, cuatro toques a su puesta sin parar y no me abría.

—¡Fermín! ¡Fermín! — uno, dos — ¡Fermín ábreme!

Uno, dos, tres, cuatro.

—Ábreme Fermín.

—¿Pero qué es este escándalo Denisse?

Fue lo primero que escupió cuando abrió la puerta.

—Necesito hablar contigo.— No esperé una respuesta de su parte para colarme dentro de la casa que conocía tan bien — ¿Estás solo?

—Sí ¿Qué pasa?

—Pasa que ¿en qué momento pensabas tú decirme que violabas a tu hija ?

—Pero tú... ¿Qué estás hablando Denisse?

Cínico, era un maldito cínico.

—¡Eso maldito hijo de perra, violabas a tu hija, la violabas, abusabas de ella, te la follabas, le robaste su primera vez maldito puerco! — Comencé a gritarle y le fuí encima a darle pequeños golpes en el pecho mientras lágrimas descontroladas cubrían mis mejillas —¿Cómo podías ser tan cínico de venir a verme, hacer el amor conmigo y luego ir a hacer eso con ella?¿o era al revés? ¿te divertía eso desgraciado?

La rabia tan grande que sentía no me dejaba parar de gritar sin pararme a pensar en las posibles consecuencias que tendría todo aquello, solo sentía un pitido cada vez más intenso que me hacía pensar con menos claridad y ya no era conciente de las palabras que emitía, solo sentía como mis labios se movían soltando insultos sin parar mientras seguía golpeando su pecho presa de la ira hasta que un fuerte estruendo en mi mejilla izquierda hizo que el pitido se hiciera insoportable y mi cuerpo callera en el piso provocando que mi cabeza impactara con un escalón y luego todo se volvió oscuridad.

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—Hasta que por fin abres los ojos mi amor.

Apesar de que aún no lograba ver con claridad la voz era inconfundible, un fuerte dolor de cabeza me hizo llevarme la mano a esta y cuando miré tenía sangre goteando de aquí.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora