Capítulo #28

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KLARA:

—Yo solo quería pasarte a saludar, sé que no somos amigas ni nada de eso pero... siento mucho por todo lo que tuviste que pasar y bueno, nada, quería darte mi apoyo de alguna forma.

Habló por fin Elisa sin parar de juguetear con las uñas de sus dedos. Estaba nerviosa.

—Oh.

Exclamé, exactamente no sabía que responderle, era verdad que agradecía mucho que se sintiera así por mí, era una muestra de afecto que en esta situación me hacía bien de alguna forma pero igual el ambiente se sentía tenso.

—Muchas gracias Elisa, realmente no lo esperaba y supongo que eso lo hace más especial.

Sonrió y pude admirar lo bonita que era.

—Bueno pues supongo que sí — dijo con palabras entrecortadas mientras se reía algo nerviosa — es un poco incómodo todo esto.

Admitió y yo sonreí.

—Nada de incómodo, yo me alegro mucho de que me hagas la visita y más de esta forma sincera en la que has venido.

Le dije y por ahí comenzó una plática sin fin donde pude llegar a conocer un montón de cosas en común que tenía con Elisa por extraño que parezca, nuestro amor por los libros fue una de ellas y la conversación tuvo un rumbo magnífico que me hizo pasar un rato muy agradable.

Una buena chica que no sé cómo pudo llegar a algo tan oscuro como las drogas pero yo no era una persona que pudiera juzgar.

Nadie tiene ese derecho.

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26 días habían pasado.

26 días y aún sentía tan real la sangre empapando mi rostro con cada puñalada que le dí.

Era horario de cenar y me disponía a poner la mesa, hoy le había pedido a mis hermanos que por favor cenáramos juntos, había asado un pavo, horneado galletas y había hecho el famoso pastel que hacía mi madre cuando éramos pequeños.

Después de casi un mes de la muerte de Fermín más nunca habíamos cenado juntos en la mesa, por alguna razón Konnor siempre estaba ocupado y Maicob siempre quería ver televisión. Yo sabía que esas solo eran excusas, el verdadero motivo era que no sabían cómo actuar ante mí y que todos se comportaran así solo lo hacía más difícil.

Por suerte la noche de hoy fue maravillosa, cenamos juntos y reímos, tomamos vino y hasta Maicob le dió algún que otro sorbo a la copa, conversamos e hicimos cuentos y hasta me ayudaron a recoger todo y a fregar los utensilios de cocina.

Ojalá todos los días fueran como este.

Acosté a Maicob en su cama y le dí un silencioso beso en la mejilla, cerré su cuarto y bajé donde estaba Kon organizando unos lienzos de sus pinturas en medio de la sala.

—¿No vas a dormir aún?

Me preguntó.

—Sí, voy a cerrar las cortinas y enseguida subo.

—Está bien hermanita, yo voy a guardar esto en el cuarto del fondo y voy a ver si me acuesto que parece que tanta comida me hizo daño.

—¿Daño? ¿Por qué daño?

—Sí no se, tengo un poco de náuseas.

—¿Quieres que te prepare algo para que te sientas mejor?

Le pregunté inquieta pues Jason no es de andarse enfermando del estómago.

—No tranquila, es algo sin importancia, mañana debo amanecer bien.

—Está bien, dame mi beso de buenas noches entonces.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora