ANDRÉ:
Ahí estaba Klara parada con cara de sumisa. ¿Quién lo diría, que un día me bajaría la mirada sin saber qué decir?
—Vengan conmigo.
Les dije para ahorrarles un poco el mal rato y las llevé a mí pequeña oficina para darles unos delantales rojos, unas bandejas y unos paños de limpieza.
—Las quiero aquí a las 8 de la noche, ni un minuto más — miré a la de ojos azules y cabello negro y luego me detuve en la de mechones dorados — Hoy se los voy a dejar pasar, en otra ocasión no.
—Puede estar tranquilo.
Me dijo Denisse, tomaron las cosas que les estaba ofreciendo y se fueron de aquí.
Me quedé un rato organizando algunos papeles de envíos con suministros que debían de llegarme está semana y cerca de las 11 salí a ver qué tal estaba marchando todo.
El local se veía pulcro y los clientes parecían satisfechos, perfecto, así era como quería ver a Gares todas las noches.
Iba rumbo al almacén para hacer el conteo de lo gastado en la noche de hoy cuando la torpe, que ahora traía unas trenzas rubias a cada lado, chocó conmigo y me vertió encima todo el café que traía en uno de los vasos.
Perfecto.
—¿¡Pero qué coño haces!?
—Dios mío lo siento.
Decía a la par que me intentaba limpiar con uno de los paños que le había dado antes, y yo solo sabía mirarla con cara de desprecio.
—Ven, déjame ayudarte.
—Aparta coño.
Espeté.
—Puedo lavarlo.
Y esa frase me hizo mirarla con algo de interés.
¿Lavarlo Klara? ¿Ese es tú precio? Me convierto en tú jefe y ya me tratas con respeto.
¿Por qué?
—Acompáñame.
Entramos en el pequeño baño que había al lado del almacén y me quité el pulover blanco que traía.
A la niña pálida se le fueron los ojos para mi abdomen.
—Me voy a empezar a sentir violado si me sigues mirando así.
Dije con una sonrisa pícara y sus mejillas se tornaron rosadas.
—Dame eso.
Dijo de manera casi imperceptible a la vez que tomaba el pulover y comenzaba a mojarlo en el lavamanos.
—Que no quede mancha.
Dije cuando me recostaba a la puerta que acaba de cerrar.
—Ya veremos.
Dijo con rabia.
—Shh — fui hasta donde estaba y le puse mi dedo índice en sus labios para que hiciera silencio — ve a ver cómo le hablas a tú jefe.
Aquellos ojos azules me miraron directamente a los míos y joder, esa mirada con la boca sobre mi verga se debía ver bien.
—No soy tú criada.
Espetó y me apartó la mano.
—Ya me lavas la ropa — sonreí — y un día harás mucho más que eso, y sin que yo te mande.
—Iluso.
Me miró con odio y me lanzó la camisa contra el pecho y salió de allí.
Ilusa tú Klara, ilusa tú.
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Devoción a Ciegas
Misterio / SuspensoKlara Janner, esa era yo, la chica perfecta de este pueblo y la imagen intachable de mi padre. Pero solo yo sabía lo que era el maltrato, el abuso, la humillación, solo yo sabía lo que sufría en las noches, y por eso quería irme de aquí, de este pue...