Capítulo #14

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***Hay un capítulo anterior a este***

ANDRÉ:

—Me tengo que ir.

Me dijo Klara apartándose de mis brazos.

—¿A dónde?

—Quiero estar sola un rato André.

—Está bien.

Y sin más que decirme se fue de allí dejándome solo.

Su padre era un imbécil y no lograba llegar a imaginar el sufrimiento que debía estar pasando. Esa conversación había dejado entre ver que Fermín había estado ligado a la muerte de su madre y era compresible que quisiera estar sola.

Por eso la dejé irse sin ir tras ella, aunque en el fondo quisiera que compartiera su dolor conmigo.

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La noche ya había caído y estaba solo en mi casa con Alison y Elisa, hoy era domingo y Gares no abría así que Jason había aprovechado para salir a resolver unos asuntos y a mí me tocaba hacer de niñero.

Elisa estaba terminando de servir en unas tazas de porcelana un chocolate caliente en la cocina y yo estaba apoyado en la meseta mirando a Alison jugar encima de la mesa con unas cartas.

—Entonces eso nos resume a qué no tengo la menor idea de cómo llegó la droga a mis cápsulas.

Elisa y yo estábamos repasando todos los detalles de lo que había hecho en esos últimos días a ver si lográbamos encontrar algún momento donde alguien hubiese podido aprovechar para cambiarle las cápsulas, pero nada, no hubo ningún momento, o al menos no que ella recordara.

—Esto va a ser difícil André.

Me volvió a decir estirando su mano para darme la taza de chocolate.

—No vayas a tomarte ningún medicamento que tengas guardado, ni alimentos de algún otro lugar o cosas parecidas.

—Sí, sí tranquilo, me voy a cuidar de todo eso.

Elisa imitó mi posición y me detuve un momento a mirarla, seguía pálida pero emanaba mucha más vitalidad que aquel día en el hospital cuando la ví toda demacrada.

El timbre de un teléfono celular hizo que Elisa dejara la taza sobre la mesa y fue a ver quién la llamaba.

Y ahí me quedé parado solo con mis pensamientos, y joder últimamente no quería quedarme solo con mi cabeza, el silencio me irritaba y me traía de vuelta recuerdos que prefería olvidar.

Esa noche cuando me desperté y escuché la voz de Alison diciendo que no quería tuve que correr a su cuarto a ver qué pasaba.

Y lo que ví, lo que ví hizo que una montaña de recuerdos de mi infancia me nublaran la vista.

Mi madre estaba quitándole la pequeña braga a Alison y mi padre tenía los pantalones abajo con la verga en su áspera mano paseándosela por frente a la cara de mi hermana.

Y ahí, ahí recordé las miles de veces que hicieron lo mismo conmigo, como me tocaban y me masturbaban por las noches con el cuarto a oscuras, como a mi madre y a mi padre no les importaba en lo absoluto y disfrutaban decirme que aquello era solo un juego que debía aprender a jugar, y ya luego estaba demasiado grande como para seguir haciéndome aquello que mi cabeza prefirió bloquear, así que decidieron tener a Aly para seguir alimentando sus problemas mentales, malditos hijos de puta que nunca debieron conseguir tener hijos.

Aproveché que no me habían visto y bajé a la cocina a coger un cuchillo de encima de la mesa de cristal, Jason no estaba en casa, desde que había pasado lo de su mujer y su hija se iba todas las tardes y regresaba en la madrugada, así que debía apurarme si no quería que me atrapara y me hiciera detener lo que estaba a punto de hacer.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora