KLARA:
La mañana de hoy parecía más tranquila de lo normal, ya se había esparcido la noticia de la muerte del sheriff y eso había desatado el temor de todos, si el asesino era capaz de acabar con la vida de él pues qué sería de los ciudadanos normales y sin cargos, aunque quizás aquellos más simples eran los que mejor resguardados estaban.
El camino hacia el bosque visto por la ventanilla del auto de Daniel transmitía tranquilidad, inspiré hondo y terminé botando el aire por la boca en una sonora exhalación.
—¿No quieres acompañarme?
Me preguntó Daniel y miré sus ojos negros sin saber exactamente que responderle.
—No es eso. — volví a mirar por la ventanilla intentando buscar las palabras adecuadas para que entendiera lo que estaba sintiendo justo ahora — Todo esto me tiene un poco... ¿deprimida? No lo sé Daniel quiero que todo acabe pronto.
—Tranquila — puso su mano encima de la mía y me sostuvo con fuerza — yo me aseguraré de que todo acabe.
—No seas iluso Daniel, — hice una pausa antes de continuar — no es tan fácil, si lo fuera hace mucho que yo estuviera tranquila.
—¿Me estás hablando de las normas de Edmentong o de los asesinatos?
Me preguntó cuando detuvo el auto en la entrada al cementerio donde íbamos a ver el cadáver del señor Smith.
—Te estoy hablando de mi vida, y mi vida es esto.
—Y yo te juré que acabaría con toda esta mierda.
—¿Si? Dime cómo.
—Voy a reunir pruebas en contra de tú padre, se las enseñaré a mis superiores y algo tendrán que hacer.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, era bueno saber que él todavía tenía esperanzas.
—Ojalá fuera tan sencillo Daniel, tú en el fondo sabes que no lo es.
Dije quitándome el cinturón de seguridad y saliendo del auto.
—Bueno vámonos de aquí, yo te puedo sacar de este pueblo.
Caminó hacia mí y me sostuvo el rostro con las manos para mirarme fijamente a los ojos.
Esos ojos negros me miraban queriendo transmitirme seguridad, y fuera maravilloso si lo pudieran lograr.
—Algún día me iré de Edmentong, ese siempre ha sido mi plan, pero, ahora mismo que va, ahora mismo no es... fácil.
—¿Por qué no es fácil? Joder es tan sencillo como coger y arrancar el motor de ese auto y seguir manejando por menos de 40 horas hasta Ontario.
Su tono de voz había cambiado, ahora sonaba más alarmado y se había alejado unos cuantos pasos de mí.
—No puedo.
—Klara yo quiero sacarte de esta mierda.
Caminó de nuevo hacia mí y miré su boca por instinto mientras se humedecía los labios.
—¿Por qué el empeño Daniel? Déjame aquí y ya está.
Hablé esta vez un poco más fuerte, no soportaba cuando me contradecían por tanto tiempo.
—¡Porque me gustas! — gritó y miré sus ojos atónita sin saber que decirle — me gustas Klara — se acercó aún más a mí y sus labios volvieron a quedar en mi campo de visión — me gustas mucho.
Y eso fue lo último que dijo en un susurro antes de colocarme un mechón de cabello detrás de la oreja y cubrir mis labios con los suyos.
Me sostuvo por la cintura y sus labios suaves se movían con cuidado, su lengua me invadió en un beso tierno con miedo a hacerme daño y con toda la intención de recolocar las partes rotas de mi corazón en su sitio con su tacto delicado, todo lo contrario a los besos desenfrenados y con ansias de André.

ESTÁS LEYENDO
Devoción a Ciegas
Gizem / GerilimKlara Janner, esa era yo, la chica perfecta de este pueblo y la imagen intachable de mi padre. Pero solo yo sabía lo que era el maltrato, el abuso, la humillación, solo yo sabía lo que sufría en las noches, y por eso quería irme de aquí, de este pue...