KLARA:
Lo roncas que salieron sus palabras solo hicieron que mi exitación aumentara, lo miré a los ojos y mientras me degustaba en esa mirada cargada de deseo me mordí el labio inferior deseosa de que su boca tocara la mía, pero no lo hizo.
En su lugar ladeó mi cara y recorrió con suaves lenguetazos la zona cercana a mi oreja.
—Hueles tan rico.
Me dijo enfatizando en la palabra tan.
—Se llama jabón.
No pude evitar decirle y verlo sonreír esta vez de forma seductora hizo que me pusiera un poco nerviosa.
—Se llama Klara.
Respondió y con el sonido de mi nombre en su boca lo callé en un beso mientras me empujaba contra la pared de al lado del ventanal.
Abrió su boca y nuestras lenguas se juntaron como una sola, saboreó cada rincón de mis labios y los chupó de forma exquisita mientras sus manos levantaron la fina falda de mi vestido y agarraron mis nalgas.
Podía notar como sus perfectas manos abarcaban todo mi glúteo, como el agarre cada vez se aferraba más a ellos y los masajeaba en una caricia que lejos de tierna era lujuriosa.
Nuestras bocas por fin se despegaron y de un rápido movimiento me giró de espaldas a él y acariciando mi espalda bajó hasta el delgado blumer de encaje blanco que traía y lo deslizó dejando al descubierto mis nalgas, volvió a tomarme por la cadera y me pegó contra su miembro duro, aún bajo su pantalón y con el culo en pompa me jaló el cabello y habló en mi oído.
—Eres hermosa Klara Janner.
Cargada de deseo me giré frente a él y le desabroché el pantalón mientras fui dejando besos en la parte baja de su abdomen.
Una vez en calzoncillos frente a mí me permití admirarlo y Dios, que jodidamente sexy era André.
Fuerte, lo justo para tener cada músculo marcado pero sin llegar a ser exagerado, la V baja del abdomen se le marcaba a la perfección y dejaba a la imaginación un rico miembro que dentro de poco conocería, y su rostro, ni hablar de su rostro, era lo más lindo que había visto nunca y en estos momentos lo más erótico, y la forma en la que me miraba, esa era la mejor parte, me miraba como si fuera una diosa a la que sólo le debía devoción, una fiera devoción a ciegas hacia mí, porque solo supo depositar su confianza en mí, ciegamente y aún sabiendo los demonios que oculto, aún así siguió venerándome, y justo así me veía ahora, como el ente más poderoso, y tener ese efecto sobre él aumentaba mi humedad.
Me quité lo que quedaba del vestido y quedé desnuda ante él.
Se sentó en el borde de la cama y me atrajo hacia él, tomó entre sus manos ambos senos y luego de masajearlos los llevó a sus labios, abrió la boca y chupó uno de ellos sin apartar la vista de mis ojos, dió lentos lenguetazos en círculos alrededor y yo solo sentía como aumentaba mi calor.
Me levantó y me colocó sobre sus muslos de forma tal que quedara abierta de piernas y sentir el roce tan directo de su miembro duro como piedra era una tortura, comencé a moverme en círculos mientras él seguía prendido de ambas tetas como niño pequeño y ya yo era capaz de sentir como mi lubricación empapaba mi zona íntima.
—André.
Logré decir en un pequeño susurro y sus dientes solo se aferraron a mi pezón y dió un leve mordisco.
—Dime.
—Por favor.
—¿Por favor qué Klara?
La vergüenza me impidió responderle, me impidió decirle que quería que por favor me metiera su miembro, así que preferí callar y mi silencio no lo iba a satisfacer.
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Devoción a Ciegas
Mystery / ThrillerKlara Janner, esa era yo, la chica perfecta de este pueblo y la imagen intachable de mi padre. Pero solo yo sabía lo que era el maltrato, el abuso, la humillación, solo yo sabía lo que sufría en las noches, y por eso quería irme de aquí, de este pue...