Capítulo #10

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ANDRÉ:

El largo pasillo del hospital se me hacía interminable, la brillante luz blanca en los ojos a esta hora de la noche me agobiaba y me daban ganas de querer irme de allí.

Nunca me gustaron los hospitales.

Abrí la puerta de la sala #12 y la ví, con ojeras bajo sus ojos y aquel largo cabello negro que le llegaba a la cintura estando sentada.

—Viniste.

Me dijo curvando la comisura de sus labios en una sonrisa sincera.

—Claro — Tomé su mano y me senté junto a ella en la cama de hospital — ¿Cómo estás?

—Horrible — una risa se me escapó y la coloqué un mechón de pelo detrás de su oreja — Mejor, me siento mucho mejor ya.

—El médico me dijo que mañana te dan de alta.

—Sí, la enfermera cuando vino a verme también me dijo lo mismo.

Me alegraba saber que volvería a casa, ella era parte de mi familia y no aguantaba más tenerla lejos.

Eso junto con las cosas que han estado pasando con Klara, con Fermín ... con Daniel, me estaban consumiendo.

—André — Me llamó en un susurro y yo sabía lo que iba a preguntar. — ¿Me crees? ¿Verdad?

—Sí.

Y claro que le creía, Elisa no sería capaz de mentirme, de hacerme daño. No tenía la menor idea de cómo pudo parar esa droga en su cartera pero lo íbamos a descubrir.

Juntos.

—Cuando salgas de esta completamente vamos a dar con cómo llegó eso a tu bolso.

—Yo lo menos que quiero es volver a esos días, tú sabes por todo lo que tuve que pasar, tú sabes cuánto sufrí cuando me internaron, la ansiedad, por todo, por todo por lo que tuve que pasar, yo...

—Shh.

Puse mi mano en sus labios para que se tranquilizara, la mirada se le estaba quebrando y nadie mejor que yo sabía todo por lo que había pasado en esos días.

Fue un proceso duro que logró vencer y resurgió de las cenizas como toda una guerrera, fuerte, inquebrantable, esa es la imagen que tengo de ella y por ese simple motivo no la creo capaz de volver a caer en esa adicción.

—No pienses en eso.

—Está bien.

—Descansa un poco anda, yo me voy a quedar aquí.

Le dije para que durmiera y ver si se lograba sedar un poco.

Me levanté y me senté en un sillón gris que había junto a la única ventana de la habitación.

Por sí sola vino la imagen de Klara a mi cabeza, no era la primera vez que me paraba a pensar en por qué me interesa tanto descubrir que esconde, qué hay detrás de esa máscara de vida rutinaria y aburrida, ella no es la chica común de Edmentong que hornea galletas para las misas y dona vestidos para los pobres, ella no es esa fachada, no sé cómo pero lo sabía, la forma en que mira, en cómo se reprime, se le nota el sufrimiento bajo su sonrisa, y eso le estaba haciendo daño.

Verla ayer con Daniel no sé por qué me dió esa sensación de rabia tan incontrolable, fue una sensación qué hacía mucho no sentía y tampoco quería volver a experimentar.

Me estrujé los ojos y el cabello para intentar dejar mi mente en blanco y descansar de todo aquello.

Necesitas enfocarte en tus problemas André, que ya bastantes son los que tienes.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora