Capítulo #8

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KLARA:

Ahí estaba yo, tirada en el piso con la mano en mi mejilla.

La voz, la voz se había ido y Fermín se había destapado, y es que en el fondo me alegraba, verlo así delante de los Fitzen, sin esa máscara absurda que solo los mente débiles se tragaban.

Reí, me sonreí con chantaje para que viera lo que acababa de hacer y solo entonces se percató, miró a los lados y los vió con ojos alarmados sin saber qué hacer exactamente, sin saber que decir.

La ira lo había consumido y se había dejado llevar, había dejado al descubierto el asco de persona que era.

Cerró los ojos e hizo una cruz al aire justo en frente de mí.

—Llévala por el buen camino señor.

Y diciendo esto dió la espalda hasta desaparecer por la enorme puerta que estaba a pocos metros.

—¿Estás bien?

Me preguntó Jason mientras me ayudaba a parar.

—Sí, sí, tranquilo.

Dije ya comenzando a sacudirme la ropa.

—Es una jodida mierda tú padre.

Me dijo André y por un momento me quedé callada mirando esos ojos verdes que hace apenas minutos tuve ganas de besar.

—No digas eso André, Fermín es el jefe de Edmentong.

Si alguien más escuchaba ese comentario que acababa de hacer estaba completamente perdido.

—¿Ha hecho esto antes verdad?

Me preguntó de una forma que más bien lo aseguraba.

André por el amor de Dios ¿cómo haces para descifrarme?

—¿Lo ha hecho antes Klara?

Esta vez me lo preguntó Jason, y en sus ojos ví un brillo de preocupación.

Silencio, eso fue lo único que obtuvieron de mí parte.

—Claro que lo ha hecho antes... y sabrá tú estúpido Dios qué más te ha hecho.

—Me voy.

Dije sin más antes de irme.

—Esto no se queda aquí Klara Janner.

Escuché a André gritar a mis espaldas y un escalofrío se apoderó de mí.

Él sabía cómo hacer las cosas, y aquello me aterraba.

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Después de una larga caminata donde por poco muero congelada mlegué a la casa y estaba todo a oscuras, cerré la puerta y me recosté en ella con los ojos cerrados, un suspiro se escapó de mis labios y el agotamiento se hizo evidente, era tarde, más de las 12 de la noche ya, no sabía con exactitud, pero la Luna estaba en lo más alto y hacía ya mucho tiempo de lo de William.

Unos pasos me hicieron mirar hacia las escaleras que estaban en frente de mí y ví a Konnor bajar por ellas en un pijama de cuadros, sin camisa, y con una pequeña manta entre sus fuertes brazos.

—Klara, preciosa mía, me tenías preocupado, no cogías el móvil.

Ah el teléfono.

—Creo que lo dejé arriba. ¿Y Alison y Maicob?

—Jugaron, comieron y están durmiendo ya.

—Menos mal — No quería hablar, lo mejor era que Konnor se mantuviera ajeno a todo esto — Me voy a dormir Kon.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora