Capítulo #32

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ANDRÉ:

Mierda, mierda, mierda. Esto no tenía sentido. Mi cabeza era un jodido tormento en este momento y yo solo seguía mirando los papeles que afirmaban que eran hermanos.

Jason y Klara hermanos.

Ella era su verdadera hermana.

Todavía recuerdo los cuentos que hacían mis padres del día que habían ido adoptar a Jason, era un pequeño orfanato en las afueras de Ontario, un pequeño orfanato y lo vieron a él entre tantos. Adoraron su rostro y su piel, adoraron como lucía y así estuvieron queriéndolo a él por los 9 años en que creyeron que no podían tener hijos hasta que salí yo.

Solo ahora era consciente del parecido entre Jason con Klara y Kon.

Las fotos de Klara que Jason tenía en su habitación entonces debían significar eso, Jason la había estado espiando sabrá él por cuánto tiempo y por eso tenía su habitación llena de fotos de ella, no porque le gustara, no porque le recordara a su ex mujer, que aunque cierto había cierto parecido entre ellas aquello solo fue una estúpida excusa para la mierda que estaba ocultando.

¿Pero por qué nos mintió?

¿Por qué si sabía lo que yo sentía por ella lo ocultó todo este tiempo?

Había algo que no encajaba en todo esto.

Lancé los papeles al suelo y abrí la maleta negra y comencé a rebuscar entre todas las cosas que habían dentro con la esperanza de encontrar algo que me hiciera entender.

Ví cientos de fotos de Klara y de Konnor y también de una mujer un poco mayor, alta y esbelta con un enorme parecido con Klara.

Su madre. Debía ser ella.

En la maleta habían más rollos de papeles que no me detuve a mirar y también encontré ropas negras y guantes.

Una pequeña bolsa de plástico transparente captó mi atención y miré el polvo que tenía dentro.

Lo olí.

Droga.

Era la misma puta droga que habían metido en las cápsulas de paracetamol de Elisa.

Tenía que ser. Jason no consumía ningún tipo de droga, estaba completamente seguro de ello de lo contrario en tantos años conviviendo con él algún día lo hubiese visto drogado.

—¡Una mierda!

Grité cuando estampé el sobre contra el piso logrando que se abriera y restos de droga se esparcieran por todo el suelo.

—¿Tú también lo crees verdad?

Me preguntó Elisa pero no fui capaz de responderle.

Y ella sabía lo que significaba mi silencio.

Sí Jason había hecho lo que yo estaba pensando solo podía significar una cosa y era que por algún motivo quería deshacerse de Elisa, pero, ¿por qué?

Otra bolsa de plástico con unas pequeñas bolas dentro llamó mi atención.

La tomé en las manos y leí la etiqueta.

—Ricino.

Pronuncié y los ojos de Elisa se abrieron como platos y yo no lograba entender por qué.

—Konnor.

—No.

—Joder André tiene que ser.

Comencé a pasarme la mano por la cabeza en vanos intentos por encontrar un poco de cordura pero todo esto que estaba pasando era una maldita mierda que no tenía más ninguna explicación.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora