Capítulo #9

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KLARA:

Hacía tan solo pocas horas que había amanecido, me dolía la cabeza y me sentía exhausta, la noche de ayer había sido muy larga y tanto caos con Fermín, André, William me habían pasado factura.

Había puesto a hacer café y ya tenía la mesa lista con el desayuno. Alison aún seguía aquí y yo tenía un atuendo horrible con este suéter ancho y pantalones cortos como para recibir a los Fitzen cuando vinieran a buscarla.

Me serví un poco de café en mi taza negra con corazones blancos y subí a mí habitación a arreglarme con ella en manos.

La luz verde en la pantalla de mi teléfono me hizo detenerme a medio camino para revisar las notificaciones nuevas.

Daniel Hastings:

Klara hola, necesito un favor tuyo, que me acompañes al bosque a mirar alrededor de dónde encontraron a R. Lincon. Tú papá me dijo que te buscara para estas cosas. Sobre las 8 te paso a recoger en la moto. No me puedes decir que no. Gracias

7:13am

Mierda Klara son las 7:30 ya, necesitas empezar a andar con el teléfono encima — Me regañé para mis adentros mientras corría al baño — Mete nitro lavándote que es tarde.

Creo que no pasaron ni 20 minutos y ya estaba bañada, peinada y vestida, hoy no hacía tanto frío como de costumbre así que solo traía un abrigo ligero gris por encima de mi pulover negro.

El timbre de mi teléfono captó mi atención y lo contesté rápido mientras buscaba una cartera para bajar.

—Daniel todavía no son las 8.

Dije entre risas pícaras, se había adelantado un poco.

Una pausa un poco larga y por fin contestó.

—Yo no soy ningún Daniel, Klara.

Mierda es André.

—¿Tú cómo tienes mi número?

—¿Y eso qué importa? Ábreme.

—Claro que importa, es mi número privado y ¿cómo que te abra?

—Estoy en la puerta de tu casa. Ábreme.

Y colgó. Que modales los del niño Dios mío santísimo.

Abrí la puerta con mala cara y sin siquiera saludarlo.

—¿Qué quieres?

—A mi hermana.

Oh, Alison está aquí aún cierto, lo había olvidado.

—Está dormida todavía.

—Despiértala, tengo que llevármela que voy a salir — intenté protestar pero me cortó — y tú también parece que vas a salir.

—Eso no es asunto tuyo. — Abrí un poco más la puerta para que pasara — Pasa, voy a buscar a la niña.

—Espero afuera.

Ah ¿y este? ¿quién lo entiende? Un día me grita al otro me trata bien y me cuenta su vida, después por poco nos besamos y ahora actúa como idiota.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora