Capítulo #29

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El secreto del buen cazador es conocer a su presa, estudiarla, engañarla, para que así caiga en la trampa.

KLARA:

Volví a mirar de arriba abajo a la figura vestida de negro que tenía frente a mí y no había forma de que mi mente atara cabos para saber quién era, si era joven, viejo, mujer u hombre, comenzaba a dudar de la capacidad de mis sentidos o quizás debería elogiar la capacidad de ese ser de poder esconderse.

Volví a emitir sonidos, quería gritar pero el amarre que tenía entre los labios me impedía hacerlo.

—¿Quieres hablar?

Me preguntó ladeando la cabeza como para poderme verme mejor.

Dió dos pasos y se agachó a mi altura, tardó unos segundos mirándome y nuevamente quedé paralizada.

Una mano enguantada se acercó a mis labios y los acarició para luego sacarme la soga de entre estos.

—¿Mejor?

Me preguntó cínicamente.

—¿Dónde... dónde estoy?

—Oh Klara, estás muy lejos de casa, muy muy lejos.

¿Lejos? ¿Qué tan lejos? ¿A dónde me había traído esta persona y por qué?

—¿Quién eres?¿Qué quieres de mí?

Pregunté nuevamente pues la intriga me estaba matando y el miedo se comenzaba a adueñar de mí.

—Haces muchas preguntas Klara.

Volvió a hablar mientras cogía la silla donde estaba aún en el suelo tirada para colocarla en su posición natural. Quedé nuevamente sentada y me permití pensar en que mi captor debía ser un hombre dado por el ágil movimiento con el que me levantó del suelo.

—Yo te voy a contar una historia, una historia muy muy larga — comenzó a hablar mientras caminaba hacia la mesa de metal que yacía en la esquina y con fuerte chirrido la jaló hasta al lado mío — pero ¿sabes algo? — mi vista calló en la bolsa negra qué había sobre la mesa de metal y en cómo comenzaba a sacar de esta un sinnúmero de pinzas filosas, tijeras, agujas y cientos de utensilios más que yo conocía bastante bien — primero quiero que juguemos a un juego.

El hombre, porque sí, debía ser un hombre, tomó un largo puñal curvo en la punta y caminó hacia mi dirección hasta agacharse frente a mí y quedar a mi altura.

—Tú conoces muy bien todas estas cosas ¿verdad? — levantó el puñal y comenzó a acariciarme el rostro con él mientras yo solo me concentraba en lo frío del metal y lo filosa que se veía su punta — claro que las conoces Klara, ¿sabes por qué? — volvió a preguntarme mientras comenzó a acariciarme el cuello con la parte más afilada del cuchillo — ¡porque eres una maldita ladrona de juegos!

Gritó justo al mismo tiempo que hizo un leve corte en la parte entre mi mandíbula y mi oreja izquierda.

Un leve gemido de dolor abandonó mis labios y sentí como se sonreía.

—Uhm... antes de jugar creo que debería alimentarte  — el hombre se paró de donde estaba dejando el puñal sobre la mesa — debes estar hambrienta luego de 3 días inconsciente.

¿Cómo... cómo dijo? ¿3 días inconsciente?

No podía ser, ¿yo llevaba 3 días encerrada en este lugar con este maldito maniático?

Joder, joder, joder, esto no me estaba gustando.

Sentí como sus pasos se alejaban y nuevamente comencé a moverme en vanos intentos por soltarme pero se me hacía imposible, lejos de aflojar el amarre solo sentía que cada vez se hacía más y más fuerte y se me clavaba cada vez más profundo en mi piel.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora