Treinta y ocho

374 42 6
                                    

For you ✨ BreliVerlum✨

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

For you ✨ BreliVerlum

Julian Keller

Dirk avisó que llegaría tarde, así que no tuve otra opción sino entretenerme en la biblioteca, aunque últimamente, tomar un libro me llevaba a un sueño profundo. ¡Culpa del bebé! Aparentemente mi cuerpo había empezado a agotarse con las pequeñas cosas, y en realidad mi vientre no había crecido mucho aún. Papá solía traerme regalos luego de su labor en la corte, un trajecito para el bebé o un pastel para mí.

Me sentía muy mimado y me gustaba.

Dirk me daba masajes en la espalda y las piernas en la noche, luego de tomar un baño juntos. Me leía hasta que me quedaba dormido, o simplemente me daba caricias en mi vientre.

Casi me era increíble creer que Dirk amase tanto al bebé, aún cuando no era hijo suyo y lo sabía. Él lo quiso desde el mismo momento cuando se comprometió conmigo.

Nuestro hijo.

Así lo llamaba siempre, y cuando creía que yo estaba dormido en las mañanas, solía hablarle con mucho cariño a nuestro niño.

Recién me daba cuenta que el hombre que yo creía conocer por tantos años no existía. Para mí, Dirk Bauer era un tirano, un hombre despreciable y egoísta que no veía más allá de su propio interés.

Siempre tuvimos una relación agridulce.

Él tendía siempre a soltar comentarios ácidos sobre mí, algunas burlas y maltratos.

Yo lamentablemente no podía decir que fuera un ángel. Si él me retaba, yo lo hacía también; si se burlaba de mí, yo le sacaba en cara sus malas decisiones. Pero cuando no estábamos en un campo de guerra, nos llevábamos muy bien. Solíamos estar en la misma biblioteca, leyendo, cada uno inmerso en un mundo diferente, mas luego, en medio de un poco de té y pastelillos de queso, conversábamos sobre el pasaje leído. Admito que Dirk, por su madurez y edad, siempre tendía a relacionarlo todo con asuntos más graves, política y milicia, y lo hacía verdaderamente entretenido.

Pero nunca conocí, por obvias razones, el lado más humano y tierno de Dirk.

Amaba ese lado agrio de mi marido, tanto como adoraba el lado más amoroso de él.

A las siete de la noche, luego de haber comido una cena ligera, se me antojó un postre de nueces. Una sirvienta me ayudó a llegar en medio de la penumbra. El delicioso aroma del pastel y de los frutos secos hizo de mi estómago una caverna en la cual un rugido hizo eco.

—¿Desea que lo acompañe, alteza?

—No, descuida. Comeré y volveré a mi habitación, y será mejor que tú vayas a descansar también.

Me quedé solo con mi pequeño bocadillo nocturno.

Pasé a sentarme en un pequeño banquillo de la cocina que aún conservaba el calor de las estufas antes prendidos, y ese delicado aroma a frutas y cítricos.

TYRANTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora