Tirano.
Así lo llamaban todos, pero para Julian, Dirk era el ser más perverso y cruel del reino. Para Dirk, Julian era un simple niño mimado por sus padres.
Ninguno esperó que el descuido de Julian con su amante, Jen, lo dejara en cinta y terminara...
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Dirk Bauer
Despertar con Julian finalmente en mis brazos luego de una semana entera de su ausencia significó un alivio para mi corazón. Aunque aún me sentía terriblemente culpable por haber actuado como un mero animal, me había prometido enmendar mis errores y volver a Julian el esposo más amado de la tierra.
El sol frío de la mañana que se colaba a través de las ventanas era como una caricia suave sobre sus rasgos. Esa nariz fina y puntiaguda, sus pestañas abundantes y sus labios rosados. No podía pedirle al cielo una imagen más encantadora. Solo tal vez su imagen como un maravilloso ángel dormido al cual yo estaba profanando.
No pude resistirme al verlo dormido de espaldas a mí mientras lo abrazaba. Su piel cálida y desnuda era una tentación, como la joya más valiosa y brillante. Entre sus muslos tibios dejé mi polla erecta y la acaricié contra su propio miembro. Mis manos apretaban sus caderas y mis labios hacían camino por la piel expuesta de su cuello.
Su aroma a rosas era algo que me enloquecía, lo hizo desde la primera noche que pasó en mi castillo y pude oler su fragancia. De hecho, se volvió mi aroma favorito.
—Oh, maldita sea —gruñí suavemente, acallando contra su piel los sonidos que el placer empujaba contra mi boca.
Se sentía tan caliente a cada lento empuje que daba, sus muslos se apretaban cada vez más alrededor de mi polla. Deseaba tanto meterme en su cálido culo y penetrarlo hasta que mi pasión haya cesado, pero no podía hacerle eso a mi esposo cuando estaba dormido. Me gustaba demasiado escuchar de su boca escandalosa aquellas súplicas y plegarias lanzadas contra mí.
—Dioses, Julian —jadeé.
—D-Dirk —gimoteó él y yo apenas fui consiente de que mis movimientos lo habían despertado—. ¿Qué-? Ammgh.
Su espalda se arqueó sin querer y empujó su culo suave contra mi ingle, fue entonces que perdí el control. Me moví más rápido en busca de mi liberación, la necesitaba con desesperación.
Julian aruñaba mis brazos y meneaba sus caderas mientras que de su boca salía sutiles gemidos y palabras entrecortadas. Sentía su propia polla volverse dura a cada uno de mis roces, caliente y mojada.
—¡Dirk! —chilló y su mano izquierda fue hacia sus rojizos pezones para aplastarlos y estirarlos como a mí me hubiese gustado hacer con la boca.
—Oh, cariño... Mmgh.
—Julian, Julian —refunfuñé cuando me corrí entre sus muslos lechosos. Me quedé quieto, solo recuperando el aliento.
Pero él aún no se había corrido y estaba quejándose como un gato huraño por eso. Así que tomé su polla para masturbarla y atrapé sus labios con mi boca y ahí fue donde murieron todos esos obscenos sonidos que soltaba. Ubiqué su pierna izquierda sobre la mía para abrirme camino hacia su intimidad. Con mi diestra tanteé su pequeña abertura y empujé rápidamente dos dedos dentro. Él aún estaba muy apretado, delicioso.