🔸Sin máscara🔸

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—¿Estás hablando en serio o solo lo dices para hacerme sentir bien? La última vez dijiste que no querías saber nada de mí y que incluso tenías esposo. Me dejaste una carta, demostrando que solo me usaste a tu antojo ¿Eso es cierto? ¿Tienes esposo? ¿Acaso me ves como un juguete?

—Todo tiene una explicación y te la voy a dar, pero créeme cuando digo que estoy enamorada solo de ti — me avergoncé al admitirlo frente a él una segunda vez—. Créeme cuando te digo que eres el único en mi vida y en mi corazón.

Su expresión avergonzada y feliz me pareció tan tierna y dulce. Este hombre está a poco de matarme con esos encantos tan hermosos que posee.

—Ven conmigo.

Me trajo a lo que supongo yo es su habitación y me hizo entrar al baño con él. Fue tan atento y dulce al quitarme ese vestido manchado de sangre y sucio y dejarme desnuda frente a la bañera. Aunque en su mirada había deseo, se tomó el tiempo de limpiar la sangre seca con una toalla húmeda. Sentía que ardía y sus manos ni siquiera me estaban tocando directamente la piel.

—No me gusta la sangre, pienso en ese día y en lo mal que te encontrabas. No me gustaría volver a verte así.

—No me pasó nada. Estoy bien.

—¿Te importa que me bañe contigo mientras hablamos? Creo que esta conversación irá para largo.

Su pregunta fue una flecha que me atravesó por la mitad y se hundió en el centro de mi corazón hasta hacerlo palpitar deliciosamente. ¿Cómo puede ser tan tierno y pervertido a la vez?

—No deberías preguntar, pastelito.

Abrió el grifo de la bañera y, en lo que esperábamos paciente a que se llenara, fue quitando su ropa y dejándola doblada y en orden sobre el retrete. Logan tiene una obsesión casi enfermiza con el orden y el aseo, todo para él debe seguir un mismo patrón y permanecer en su lugar. Supongo que se debe a sus rutinas en su labor como sacerdote.

Pensando en lo atados que nos encontramos, me sumergí en el agua y cerré el grifo para darle espacio a Logan. Me miró con una sonrisa antes de irse a mi espalda y sentarme en su regazo. Me cerró en un abrazo, engullendo mi cuerpo entre sus fuertes y cálidos brazos.

—Antes que nada, quiero que sepas que también te amo. Me enamoré sin remedio de ti en cuestión de días, incluso podría asegurar que fueron un par de segundos para perderme en ti. Me dolió lo que me dejaste escrito y el hecho de no quererme más en tu vida — estampó sus labios en mi nuca, esparciendo escalofríos por toda mi espalda con ese beso tan húmedo que extendió en dirección a mi hombro—. No quería confesar mis sentimientos por temor a ti y por respeto a Dios, pero ahora que soy libre, nada me impide decir lo mucho que te amo, Samantha.

—¿A qué te refieres? — lo miré por encima de mi hombro, sorprendida y sin comprender del todo lo que estaba tratando de decir—. ¿Qué quieres decir con que «soy libre»?

—Renuncié — susurró en mi oído—. Lo hice porque te amo y no es honesto de mi parte seguir en una labor donde enamorarse no está permitido. Lo hice porque muy en el fondo, aunque me has apartado de tu lado, me hice ilusiones con esto que tenemos. Lo hice porque me ilusiona una vida juntos, y siendo sacerdote no puedo darte nada.

—¿Renunciaste por mí? — solté una risita tonta, creyendo que en cualquier momento el corazón se saldría de mi pecho—. Dijiste que ser sacerdote lo era todo en tu vida.

—Eso cambió cuando apareciste en mi camino, bonita — apoyó la barbilla en mi hombro, apretándome más contra sí, como si no quisiera soltarme nunca—. Hiciste que tuviese otros tipos de deseos.

—¿Quiero saber un poco más de tus deseos, pastelito? Tal vez pueda conceder alguno de ellos — propuse juguetona.

—Estoy seguro que vas a conceder más de uno, pero ahora es tiempo de que me expliques todo. Quiero saber si la decisión que tomé fue la correcta o no — acarició mis muslos en círculos, dándome el apoyo y la fuerza que necesito para soltar lo que nunca he dicho a nadie—. Quiero saber la verdad de todo lo que está ocurriendo ahora mismo, porque sé que algo está pasando. Quiero ver a la otra Samantha; la que no tiene ninguna máscara de dureza y perversión en el rostro.

Me recosté en su pecho, buscando entre sus brazos esa protección y calidez que necesito antes de perderme en los recuerdos y vivirlos una vez más en la piel. Logan comprendió que un fuerte abrazo era todo lo que necesitaba para empezar a contar mi pasado y todo aquello que me marcó para siempre.

Perdición[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora