🔸Confesión🔸

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—Por hoy serás un esposo obediente y harás todo lo que yo te diga, ¿entiendes? Si te escucho, aunque sea respirar un poco fuerte, la próxima bala atravesará tu asqueroso pene.

Le quité la corbata y la amarré firme en una de sus piernas para detener el sangrado. Como no contaba con más corbatas, usé una parte del vestido para presionar la otra herida y evitar que muera desangrado. Sería una muerte tan patética y estúpida, nada comparada a la que tengo en mi mente. Además, si no lo vive, ¿cómo lo va a disfrutar? Porque en la vida, todo hay que vivirlo para sentirlo.

Abrí la puerta con sigilo y solo asomé la cabeza para asegurarme que nadie estuviera pasando por el pasillo. Un par de voces resonaron de fondo, agitadas y furiosas. Es imposible no reconocer la voz de ese viejo asqueroso incluso estando desde lejos. Le hice una seña de silencio a Novikov, descansando el cañón del arma sobre mis labios.

—Calladito te ves mucho más bonito.

Lo vi apretarse con fuerza las rodillas, en el lugar donde las balas deben estar haciendo el efecto deseado. Su rostro se encuentra sumamente blanco, el sudor baja por su frente y corre por sus mejillas al igual que, lo creo yo, son sus lágrimas. Es tan satisfactorio verlo ante mis pies, temeroso a que le quite la vida de un solo estallido.

Cerré la puerta con sumo cuidado para no levantar sospechas, cuando ellos pasaron por el frente de la habitación preguntándose dónde se encontraba su adorado hijo y la perra de su esposa. A todo marrano le llega su noche buena, que ese viejo desgraciado no se desespere que mi atención también estará puesta en él.

Él y la perra de su mujer van a conocerme, van a saber que, el que ríe de último, ríe mucho mejor. Sé que debo ser paciente, tratar de no dejarme atrapar, por lo menos mientras tengo los refuerzos cerca para no caer, pero es imposible retener esta furia que me está arrasando ahora que tengo oportunidad de hacerles conocer el mismo infierno en el que me sumergieron por tantos años.

No me importa el poder, ni el dinero, ni todo lo que se venga encima luego de pasar factura; lo único que quiero obtener de ellos es su plena destrucción, y hundirlos en lo más profundo del infierno solo será una limpieza de plaga.

—Te mereces el mejor de los premios por ser tan buen esposo.

—Me la vas a pagar caro, Samantha — se las arregló para decir, tratando de mover las piernas con sus manos.

Lo miré por el rabillo del ojo mientras esperaba paciente a que los disparos cesaran, pero sin llegar a perder sus movimientos de vista. A pesar de que las balas, muy seguramente debieron dar en sus huesos, se resiste al dolor mordiendo su puño. Un sinfín de amenazas, que me causan gracia, salían de su boca sin parar. Pero más allá de eso, la mirada que me da cada cierto tiempo me confunde. Aunque en sus ojos está inscrito el odio, también hay algo más que no he logrado identificar.

Las ráfagas de balas cesaron luego de largos minutos, por lo que, como pude y con algo de ayuda del mismo Novikov, lo arrastré hasta salir al pasillo. En cada paso me fui asegurando que no hubiese nadie en las habitaciones. Todo parece estar en calma, lo único que escucho es nuestras respiraciones trabajosas y los vidrios rotos crujir bajo mis tacones.

Antes de salir hacia el último pasillo que da a la salida principal, el frío cañón me tomó por sorpresa. Me vi presa entre la pared y el arma en un solo segundo, pero al darme cuenta de la persona que me apuntaba, pude respirar de nuevo.

André soltó una risita divertida antes de dejar un golpe en mi frente con dos de sus dedos, simulando un disparo con ellos.

—Bum.

—Idiota.

—Lo tienes — aseguró, refiriéndose a Novikov—. Es divertido jugar, pero hay que irnos antes que vengan los refuerzos que estoy seguro que el viejo Novikov pidió antes de ser sometido por un furioso Jhon.

Perdición[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora