🔸Secuestro🔸

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Logan

Las últimas dos semanas han sido un completo desastre. No he podido sacar de mi mente lo que pasó ese día, ni siquiera he podido descansar porque siento que el alma de ese hombre ronda en la iglesia sin ningún tipo de sentido u orientación. Por más que he orado por su alma y su descanso eterno, parece que no ha podido encontrar el camino de luz, más no me rendiré hasta que haya encontrado su descanso. Que Samantha se haya marchado están aún en condiciones delicadas tampoco me ha permitido tener un buen desempeño en mi labor.

Más que ser un sacerdote dispuesto a guiar a los seres humanos por el camino del bien, soy humano y también me preocupa el bienestar de los que me rodean y necesitan un apoyo para no caer. Ella hace parte de mis oraciones día y noche, siempre deseándole una pronta recuperación y que Dios la guie por el camino correcto.

A pesar de que he tenido muchas dudas de si es una chica de bien o no, no fui capaz de poner el denuncio por lo que mis ojos presenciaron ante las autoridades. Una parte de mí cree que lo mejor es darle aviso a las autoridades y que sean ellos lo que se hagan cargo de encontrar algo en ella que la pueda hallar culpable o no, pero la otra quiere creer ciegamente en que es una víctima de las circunstancias. Nunca había estado en una posición de estas, aún no comprendo qué me pasa que todo el día la estoy pensando.

Quiero saber si está bien, si ya se recuperó del todo, si asistió con un médico o no, si le brindaron la atención debida, si ya no presentó más fiebre. No sé, tal vez debí haber pedido su número para después haberla contactado, pero todo sucedió muy rápido y no pude ni asimilar que un hombre había sido asesinado frente a la ojos del señor.

Tan pronto finalizó la misa, me dispuse a realizar el aseo general a toda la nave. Por más que el mármol luzca limpio y brillante, aún se me hace ver el charco de sangre allí mientras el hombre poco a poco pierde la vida. ¿Por qué el hermano de Samantha lo asesinó? No me explico aún, pero estoy seguro que si no hubiera llegado en ese momento, ese hombre nos habría asesinado a los dos.

—Buenas tardes, padre — la voz de un hombre me sacó de mis pensamientos—. ¿Se encuentra ocupado?

—Buenas tardes. No estoy ocupado. ¿En qué podría ayudarte?

El hombre se me quedó viendo por unos cuantos segundos antes de sonreír de lado.

—He tenido problemas últimamente y nunca he intentado entablar una conversación con Dios, pero me han dicho que lo intente, que él no me va a abandonar si hablo con él sinceramente y con la mano en el corazón.

—Y con fe, hijo. Nuestro padre nunca nos va a abandonar, siempre estará ahí para nosotros, guiándonos por los caminos de la vida. Hoy no está abierto el confesionario, pero puedo hacer una excepción contigo.

—No sé cómo confesar mis pecados, padre.

—Yo te estaré guiando y orientando. Cómo te dije hace un momento, con fe y siendo sincero contigo mismo, es más que suficiente. Dejaré los implementos de la limpieza en el servicio, ya regreso.

—Adelante.

Me apresuré a ir al cuarto de la limpieza a dejar todo en orden, pero, una vez crucé la puerta, la dureza de algún objeto frío en mi nuca, me paralizó. ¿Cuántas veces tengo que pasar por estas situaciones tan horribles? Lo peor de todo, es que el mundo parece ya no tener temor a Dios.

—¿Hay alguna otra salida? — preguntó el mismo hombre que pretendía confesarse ante Dios.

—Sí, por la parte de atrás de la casa cural hay otra entrada.

—No se le ocurra gritar o hacer cualquier estupidez. No querrá que acabe con su vida ahora mismo, padre.

—Puedo saber por qué estás haciendo esto — cerré la puerta del cuarto, caminando con mucha precaución en dirección a la casa cural—. Podemos hablar, aún estás a tiempo de salvar...

—¡Cállese! No me interesa escuchar sus estúpidos consejos. Mejor vaya pensando qué palabras le va a decir a mi jefe.

—¿Quién es su jefe? ¿Lo conozco? Esta no es la manera de pedir un servicio parroquial.

—Mi jefe es una mujer muy ocupada, no tiene tiempo de pedir solicitudes tan formales a terceros. Le puedo asegurar que los servicios que le vaya a ofrecer en común acuerdo y para bien de ella serán muy bien remunerados.

No puedo creer que hayan personas que sean capaces de llegar a tanto. ¿Qué se supone que necesite de mí?

—¿Se trata de algún entierro o alguna boda?

Soltó una descabellada risa, logrando ponerme más nervioso de lo que ya me encuentro.

—Se trata de la eterna crucifixión de un hombre tan bueno y puro como usted, padre. Ya ve que las víboras no sueltan presa sino hasta cuando ya la han axfisiado lo suficiente.

¿A qué se refiere? ¿De qué es lo que está hablando este hombre tan extraño? Me puse el doble de nervioso cuando me puso una bolsa en la cabeza y me obligó a caminar de manera incierta hacia algún lugar.

—¿Padre Logan? ¡Están secuestrando al padre! ¡Ayuda...! — gritó una mujer de forma desesperada mientras el hombre me subía a un auto.

—Ni se le ocurra gritar o le va a costar la vida a esa maldita vieja loca — seguidamente, sentí el brusco movimiento del auto al acelerar de golpe.

Preferí mantenerme en silencio, no podría vivir en paz con la muerte de alguna de las personas de la comunidad.

Tenía tantas preguntas en mente que, entre todas, solo una me daba vueltas y más vueltas. ¿Por qué secuestrar a un padre? ¿A quién podría interesarle la vida de un párroco de pueblo? No he hecho mal a nadie, tampoco he interferido en la vida de personas con dinero y poder. Siempre he trabajado de la mano con las personas que más lo necesitan. ¿Qué clase de persona le haría daño a un cura? ¿Qué clase de persona es capaz de ir por la vida secuestrando a otra sin razón o motivo?

Perdición[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora