🔸Sensaciones🔸

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Logan

Desperté de golpe y sudoroso tras esos sueños indecentes y prohibidos que me tuvieron en la gloria durante el tiempo que estuve durmiendo. Se me está haciendo difícil controlar mis pensamientos y lo que quiere mi subconsciente, pero necesito alejarme de ellos; principalmente de ella y todo lo que me hace sentir cada que la tengo frente a mí.

No estaba para nada preparado para ver a Samantha acostada a mi lado, por eso me levanté de la cama de un brusco movimiento, casi cayendo de bruces al suelo. Froté mis ojos e incluso me atreví a pellizcar mi brazo para saber si se trataba de un sueño o estaba en la realidad. El dolor en mi piel me dejó muy en claro lo real que ella es.

Me acosté nuevamente en la cama, acercándome lo más que pude a su cuerpo y tratando de ser cuidadoso para no despertarla. Se ve muy hermosa durmiendo, quisiera detener el tiempo y congelar su linda imagen por siempre. Sé que no está bien sentirme atraído por ella, pero es algo que ya se escapa de mis manos y no puedo hacer nada para frenar.

—¿Qué haces aquí? — pregunté con el corazón apunto de salirse de mi pecho—. Pensé que pasarías la noche con...

Sacudí la cabeza y suspiré, borrando esos pensamientos que tuve anoche y enfocándome en su rostro y en la manera en la que su pecho sube y baja con ritmo. Se ve tan tranquila, parece un bello ángel recién caído del cielo; aún con su inocencia y su pureza intacta. Yendo contra mis propios principios y entablando una guerra entre el bien y el mal, tuve el valor de acariciar su mejilla y perderme en la suavidad de su piel. Queriendo ir más allá y probar de su boca una vez más, hice un corto recorrido de su mejilla a sus labios, trayendo en colocación el beso que me robó y tanto me gustó. Sus labios parecen haberse quedado tatuados en los míos, pues no hago otra cosa que no sea sentirlos húmedos sobre mi boca.

Todo a mi alrededor se redujo a ella, a su belleza al dormir, al inesperado suspiro que escapó de sus labios y en ese movimiento que realizó al pegarse más a mí y dejarme inmóvil por breves instantes. No está bien lo que estoy haciendo, lo sé y no quiero pensar por ahora en las consecuencias que esto pueda llegar a traerme, pero su piel entre mi tacto se siente maravilloso. Su piel es tan suave como sus labios, como sus besos.

No sé qué me pasa, pero justo ahora lo único que deseo es probar sus labios hasta robar su aliento. Las ganas de besarla me están dominando con mucha fuerza, no puedo dejar de mirar su boca entreabierta y no poder resistirme a ella. Estoy perdido, mi fuerza y mi resistencia de han hecho añicos.

Me aparté un poco de su rostro y dejé de acariciar sus labios, llevando la yema de mis dedos a los míos y fingiendo un beso de su parte. Observé su cuello, la protuberancia de sus s*nos sobresaliendo casi de su diminuto vestido. ¿Por qué se cambió de ropa? ¿Acaso hizo algo con ese hombre con el que se marchó el día anterior? Cientos de cosas, para nada buenas, cruzaron por mi mente, dejándome una vez más en claro que soy poca cosa para ella; que no hay nada que le pueda brindar en esta vida.

Cerré los ojos y olvidé esa alianza que hice alguna vez con Dios, permitiéndome por primera vez en mi vida disfrutar de la cercanía de una mujer. Por primera vez en lo que llevo de vida quiero sentirme un hombre, uno que siente deseos como cualquier otro; que vibra ante una mirada traviesa y un beso lleno de pasión. Uno que no es de acero ante las tentaciones y las insinuaciones de una hermosa dama como ella. Quiero sentir, y espero no ser condenado en el infierno por fallar por primera vez.

Abrí los ojos, con un palpitar diferente en mi pecho al recorrer con mi mirada su vientre hasta llegar a sus caderas y sus muslos descubiertos. Su vestido se alza más arriba de lo que debería estar, dejando a la vista una prenda de color roja muy diminuta. Tomé la sábana y cubrí sus muslos desnudos, con la latente necesidad de recorrer con la yema de mis dedos todo su ser. Aunque su piel tiene muchos tatuajes, de los que no he puesto atención de sus formas o lo que significan, ninguno de ellos le resta belleza y feminidad. Al contrario, esos tatuajes la hacen ver el doble de atractiva y sensual. Samantha es una mujer muy bella, segura de lo que es capaz de provocar en los demás con solo una mirada.

Apreté la sábana entre mi mano, mordiendo mi labio y presionando muy suave mi puño a la altura de su pierna derecha, pero con un miedo incontrolable de ser descubierto. No quiero que piense lo peor de mí, pero me resulta fascinante sentir el calor que brota de su piel, aunque sea, a través de una tela.

Moví la mano con mucha cautela y suavidad, trazando el dorso de ella por todo su muslo hasta llegar a su cadera y quedarme por unos breves segundos pensando en lo mal que estoy haciendo en tocarla sin su consentimiento. Quise apartarme y no seguir aprovechandome de ella, pero las ganas y el deseo fueron más fuertes que la voluntad de apartar mi mano de su cuerpo.

Con la palma abierta apreté un poco su cadera, embelesado por la suavidad de su carne. Ese fuego en mi interior se expandió a lugares prohibidos, agudizando un palpitar conocido e incesante en mi entrepierna. Ese punzante dolor me hizo perder el control en solo cuestión de segundos. No supe ni en qué momento ya me encontraba acariciando el contorno de su cintura, muriendo de ganas por no sentir más esos calambres que tanto dolor me están causando.

Me acerqué más a ella, rozando intencionadamente mi erección en sus muslos. No sé lo que estoy haciendo, ni del por qué verla dormir y erizarse ante mi tacto me genera tanto placer y éxtasis, pero de algo sí estoy muy seguro, y es que estas únicas y maravillosas sensaciones no quiero dejar de sentirlas. El recuerdo de su piel desnuda y en la manera en la que se tocó en la piscina me puso la imaginación a mil. Aunque tuve toda la intención de tomar un camino de perdición entre mis dedos, me detuve justo antes de que pudiera llegar a tocarla, más el calor que su vagina brota y percibo en mi mano, me está haciendo alucinar y ponerme aún más duro. No sé si sea capaz de contenerme, no cuando ella ha hecho todo lo posible por hacerme caer a sus pies.

—Termina de calentar el motor, padrecito — la miré de inmediato a los ojos, encontrándome con esa mirada dulce y perversa que tanto me enloquece—. No le tengas miedo, que ella aprieta y ahorca, más no muerde —puso su mano encima de la mía y las guio juntas a su centro por encima de su vestido—. Explora como gustes y como mejor te parezca, pero debes saber muy bien a qué atenerte conmigo. No puedes calentarme tan descaradamente mientras duermo y no hacerte cargo de lo que has provocado con esas manos tan grandes y divinas.

Presionó su mano en la mía, haciendo a su vez un ligero movimiento de muñeca sin dejar de mirarme fijamente a la ojos. Percibir entre mis dedos, pero por encima de su ropa, lo cálido y blando que se siente su vagina, explotó las sensaciones que estaban siendo acumuladas en mi interior.

Y puede que me arrepienta después, pero ahora mismo, lo único que quiero, es continuar con esa exploración nueva y divina que ella me está ofreciendo.

Perdición[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora