—Mi familia era pobre, trabajábamos en una cosa y otra para sobrevivir el día a día. Mientras Jhon salía con mi padre a buscar dinero, le ayudaba a mi madre a hacer el trabajo en casas de familia con mucho dinero. Mis hermanos estaban pequeños, y era el que sigue de mí quién cuidaba al resto mientras regresábamos a casa con mamá. Así fueron muchos años, y no te voy a mentir, deseaba tener una niñez normal; tener amigas, asistir a la escuela y tener la muñeca más grande y hermosa que pudiese existir, pero eso me fue negado desde que nací. No culpo a mis padres, ellos hicieron grandes sacrificios por nosotros a lo largo de los años, pero la pobreza y la falta de oportunidades es algo contra lo que no podemos competir cuando no contamos ningún conocimiento — suspiré, tomando un poco de aire, pues hablar de lo que fue mi familia, por más pobre que hubiéramos sido, es tan difícil cuando pienso en cómo les fue negada la oportunidad de vivir—. La solución a nuestras carencias llegó con el porte y la elegancia de un hombre que supo pintar el cielo y la tierra en el infierno. No sé cómo fue que ellos accedieron, pero resulté viviendo muy lejos de mi hogar; en un lugar que no comprendía ni las palabras que trataban de decirme. Supe meses después que había sido vendida a un hombre con mucho dinero, por eso el cambio de mi aspecto físico y mi ardua preparación para encajar en la vida de quién sería mi esposo por el resto de vida.
»Me pareció una locura vivir algo como eso, incluso pensé que solo se trataba de una broma de mal gusto; no obstante, con el correr de los días, mi nueva realidad me daba golpes en el corazón y en el alma. No supe de mi familia hasta que aceptaron con desprecio y orgullo cómo los habían asesinado a sangre porque ya no era necesario tenerlos. Desde entonces conocí el verdadero color del infierno.
»El hombre con el me que casé me humilló hasta beberse cada gota de pureza y bondad que habita en todo ser humano inocente y sin rastro de maldad. Me maltrató a su antojo, demostrando en cada golpe quien era el que tenía la última palabra. Lo peor de todo, es que creí amarlo solo porque un aro de metal cubierto de oro nos unía en un vínculo que nunca existió.
»Ahora bien, dejado de lado los abusos y lo infeliz que fui por muchos años al lado de un hombre que detesto con todo mi ser, llegó a mi vida un rayo de esperanza; ese pequeño motivo que tiene una persona que cree haberlo perdido todo. Me enamoré desde el primer momento en que supe que estaba en mi vientre, creciendo y formándose cómo una vida más. ¿Sabes? Ahí fue donde me di cuenta que debía huir lejos y empezar de cero de la mano de mi hijo, pero mis planes se vinieron abajo antes de tiempo. Así como llegó la ilusión, así mismo fue arrancada brutalmente de mis entrañas sin ninguna compasión.
Tomé la mano de Logan y señalé con sus dedos esa cicatriz a lo largo de mi vientre, trazando una marca que sigue doliendo con el pasar de los días.
—Mi amor...
No sabía que él estaba llorando conmigo, acariciando mi cabello con su mano libre mientras nuestros dedos enlazados tocaban el rastro de mi infierno.
—Hoy tengo en mis manos la posibilidad de ser tan libre como lo eres tú, a diferencia de que, con una petición, no va a hacer que mis cadenas desaparezcan para siempre.
—Aunque he escuchado todo tipo de confesiones, todo lo que has vivido desde que eras solo una niña lo supera todo. Sin tienes la posibilidad de ser libre de todo lo malo que ocurrió, no la desaproveches ahora que la tienes — besó la altura de mi cabeza, abrazándome y apretándome contra sí—. Nunca te voy a lastimar, te lo puedo jurar con mi propia vida. Yo te amo, lo único que quiero hacer es quedarme aquí contigo para siempre.
—¿Me seguirías amando a pesar de que he perdido la humanidad y la empatía?
—Sigues siendo humana, el hecho de llorar la perdida de tu hijo, dice lo mucho que lo extrañas y lo añoras. Eres una mujer dulce y buena, Samantha.
—Logan, ¿te quedarías a mi lado, aun sabiendo que soy una asesina? — lo miré por encima de mi hombro, buscando hacer conexión visual con él—. La única manera de ser libre y tener paz por el resto de mi vida, es asegurándome de que ese hijo de puta que tanto daño me hizo, se queme en el infierno para siempre.
—Dios es el único que tiene derecho sobre la vida de una persona. Deja que la justicia divina se encargue de él.
—Eres muy bueno y no sabes hasta dónde puede llegar la maldad de un ser sin corazón — sonreí, sabiendo que lo perdería sin importar lo que dijera—. Habiendo dejado en claro que mataré no solo a ese bastardo, sino a su padre que es incluso peor de desgraciado que su hijo, ¿estarías dispuesto a quedarte conmigo? ¿Me amarías? Porque si me lo preguntas a mí, mataría un mundo, si eso me trae paz y felicidad eterna a tu lado.
—Estamos hablando de la vida de una persona...
—Aquí tienes a la Samantha real; la que no tiene ninguna máscara y la que ha vivido lo suficiente para ser egoísta por primera vez y así obtener mi felicidad y mi paz. Tú decides; o te quedas o te vas — me giré en la bañera, esperando paciente una respuesta de su parte.
—¿Nada va a cambiar tu forma de pensar? Es decir, matar te llevará a la propia condena de tu alma.
—Difiero un poco contigo, pastelito, pero no voy a entrar contigo en una discusión ahora mismo de lo que es correcto o no. Nada hará que cambie la decisión que ya ha sido tomada desde hace mucho tiempo. Además, si no acabo con ese bastardo ahora mismo que tengo la oportunidad de hacerlo, será él quien cumpla su palabra al acabarme a mí.
—¿Él fue el que intentó matarte?
—Sí, así de amoroso es mi esposo.
Tomó posesión de mis labios con rudeza, tirando de ellos con un delicioso salvajismo que antes desconocía en él. Su apasionado beso incluso vino acompañado de una mordida del labio inferior que me sacó sangre, mas no le importó el sabor metálico y siguió besándome con rabia, como si estuviera dejando en claro quién es el dueño de mi boca. Esa lamida que dejó antes de separarse, me dejó suspirando y con ganas de seguir probando esos besos tan vehementes y vibrantes.
—Borraré de tu mente que ese infeliz es tu esposo — con un fuerte apretón de nalgas, me pegó contra su prominente erección.
—¿A qué te refieres con eso, pastelito?
—Me quedo a tu lado —me miró fijo a los ojos, acelerando aún más los latidos de mi corazón—, sin importar nada ni nadie. A mí solo me importas tú y nadie más que tú.
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Perdición[✓]
RomanceEn el mundo de Logan, el silencio y la paz era lo que reinaba desde hace muchísimos años, pero en una noche, esa tranquilidad a la que vivía sometido, se verá interrumpida por la maldad y la tentación de un cuerpo hermoso y un rostro de ángel, dándo...