"Tócame, déjate llevar por lo que sientes
¿Sabes lo divertido que es caer?
Solo tócame
Y haz que valga la pena ceder".
Jillian Martin, la influencer y youtuber que está en la boca de todos. Todo el país la conoce, más ahora que es amiga de la cantan...
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Capítulo 21
Jillian
Los días pasan y, cuando caigo en cuenta, el día del show llega. Esa mañana me levanto de los nervios, ni siquiera puedo hacer un café decente porque confundo el azúcar con la sal. Luego, en la tarde, cuando estoy probándome diferentes conjuntos, el que elijo lo rompo de las costuras porque se me cae no de qué al suelo y, al agacharme, la tela sede. Estuve a punto de echarme a llorar, sin embargo, me tragué las lágrimas, me bebí un shot de tequila y busqué otra cosa que ponerme.
Una hora antes del show, estoy frente a mí espejo alabando mis habilidades para el maquillaje cuando Josh me llama para avisarme que no podrá llevarme porque tiene que quedarse más tiempo en el trabajo y saldrá justo para llegar al show a tiempo. Siento de nuevo ganas de echarme a llorar, pero en lugar de ello le digo que no hay problema y cuelgo para buscar alguien que me lleve. Podría irme en mi auto sola, la cosa es que no quiero. Con la suerte que cargo hoy, es posible que atropelle a un perro indefenso y me metan a la cárcel por ello.
Uno nunca sabe.
Considero llamar un taxi y descarto la idea de inmediato. Que tonto llegar en taxi a tu propio show.
Tengo estándares.
¿La opción más viable?
Lianna.
Marco su número y camino hacia el espejo de cuerpo completo a un lado de la habitación, esperando a que conteste. Miro desde las botas estilo militar con tacón, pasando por el enterizo corto azul marino y la chaqueta de cuero, hasta llegar al medio recogido de mi cabello y el pequeño broche dorado con el logo YouTube.
Espero que sea suficiente y no me critiquen por el look relajado.
Lianna no me atiende e intento de nuevo, pero no obtengo señales de ella.
No quería hacer esto, de verdad que no quería volverme una pegajosa con él, pero no me están dejando de otra. Tengo que llamar a Leo.
Busco su nombre en mis contactos y, maldiciendo a Lianna por no atenderme, le doy a teléfono verde. Ojalá él sí esté disponible.
—Lianna, ¿pasa algo?
Suelto un suspiro de alivio al escuchar su voz.
—¿Existe la posibilidad de que puedas venir por mí?
Se oye movimiento del otro del otro, aunque no alcanzo a captar qué hace.
—¿No te has ido aún? Creí que debías presentarte con antelación.
Miro la hora en mi reloj despertador y agito la mano.
—Tengo tiempo.
Él ríe y yo también lo hago por inercia.
—Voy saliendo de mi casa, en unos quince o veinte minutos estaré allá —me informa al tiempo que se oye una puerta cerrarse—. Espera afuera.