Capítulo 36

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Capítulo 36

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Capítulo 36

Leo


—No puedo creer que tú, el alérgico a las relaciones, esté haciendo esto.

Echo un vistazo a Liam, mi ceño fruncido. Ya va a empezar a molestar. Me gustaría sacarle el dedo medio o mandarlo tomar por culo, pero es el único en el que confío en este trabajo y no se va a ir de la lengua con los chicos si se lo pido.

No estoy seguro de si le a ocultar el secreto a Johana, con su esposa se le suelta la lengua sin que ella tenga la necesidad de pedirlo. Y si se lo dice a Jo, las demás lo sabrán en poco tiempo.

Tendré que suplicarle de rodillas que se quede callado hasta esta noche, cuando mi plan ya está siendo ejecutado.

—Tampoco es para tanto —murmuro, regresando a lo mío.

—¿No es para tanto? —repite—. Me pediste ayuda para prepararle una cita sorpresa a la chica con la que tienes una relación a la que no quieren ponerle nombre. Una tontería, todos sabemos que son novios, menos ustedes.

¿Es verdaderamente necesario tenerlo aquí?

Sí, responde mi consciencia y hago de tripas corazón.

Tal vez debí pedirle el favor a Hannah o a la propia Jo, las demás chicas ya lo sabrían, pero no me estarían dando tanta lata.

Exepto Hannah, ella si estaría molestando y burlándose de mí, un efecto secundario de pasar mucho tiempo rodeada de hombres, gracias al cielo ahora tiene amigas de verdad, no como esas tontas que se hacen llamar amigas y solo la quieren porque tiene contactos.

—Si sigues molestando, te echo a patadas —amenazo y él suelta una carcajada.

—No lo harías, no tienes un gramo de romanticismo en el cuerpo, me necesitas.

Es un idiota sabiondo.

—Siempre puedo pedirle el favor a Lianna.

Liam se para a mi lado, sonriendo socarrón.

—Primero, si le dices a Lianna que venga a ayudarte con esto, Dan y JJ lo sabrán el minuto siguiente luego de hablar contigo. —Me enderezo y cruzo los brazos, girándome hacia él—. Y segundo, Lianna es asistente personal de mi esposa, no la de todos ustedes. Parece que se les olvida y la tienen siempre de aquí para allá y allá para acá.

Ninguno de sus argumentos es mentira, tiene toda la razón.

—Tienes razón, no la llamaré a ella. —Sonrío con malicia—. Llamaré a tu esposa.

Se encoge de hombros.

—Si ella viene, yo me quedo.

—Me quieres tener atado de manos y pies, ¿cierto? Para reírte de mí a tus anchas.

Tócame © | The Scene II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora