Capítulo 32

237 28 11
                                    

Capítulo 32

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 32

Leo


Liam toca la última nota en la guitarra y Jillian sale del apartamento, caminando hacia mí y envolviendo sus brazos en torno a mi cuello. Hago lo mismo con su cintura, aferrándome a ella.

He sido un zombi estos últimos días, yendo de un lado a otro por compromiso y no por voluntad propia. Estaba enojado, hasta lo más profundo de mí, que ella sugiriera que me dejara ver con cualquier chica por ahí me trastocó. Ese día quería zarandearle hasta que entrara en razón, pero lo más sensato que se me ocurrió hacer fue huir. Luego estuve actuando como un perro golpeado ligado a un gato ofendido, o sea, quería que me pidiera disculpas y a la vez no quería hablar con ella para hacerle pagar se ofensa. Ignoré sus llamadas y mensajes, algo difícil de hacer porque quería mucho hablar con ella, y me centré en terminar el álbum.

Menuda tontería hice.

Hasta hoy aguanté mi abstinencia de Jillian. Cuando JJ propuso salir un rato a divertirnos los cuatro sin nadie más que los de seguridad, acepté con la intención de embriagarme hasta perder la consciencia.

Lo único que logré fue confundir a una chica en la pista de baile con Jillian y bailar con ella y su amiga hasta que Liam me arrastró de nuevo a la zona VIP y me obligó a tomar agua. Fue allí cuando empecé a lloriquear por no haber visto a Jill en diez días. Ya no podía más y ellos lo sabían. Entonces JJ me hizo saber que en Twitter la gente estaba hablando de mí. Alguien en este lugar me hizo un video bailando con el par de chicas en la pista de baile y lo puso en todos lados, convirtiendo un momento de confusión en un chisme.

No he leído lo que están diciendo, me niego a caer en ese pozo profundo, pero asumo que Jill sí lo hizo y que debe estar pensando que seguí sus instrucciones para sacarnos de este embrollo. Por suerte, Dan dijo que viniéramos a darle un serenata y estuvimos de acuerdo todos menos Liam.

Creo que Liam es el único sobrio y por ello estaba intentando hacernos entrar en razón, pero nosotros lo fastidiamos tanto con el asunto que terminó cediendo.

Y mírenlo, fue el que tocó la guitarra.

—¡Sabía que mentían!

Aflojo el abrazo que le estoy dando a Jill, girando hacia la fuente de la voz desconocida que acaba de hablar.

En la puerta que está a unos metros de nosotros, está parada una chiquilla que no ha de tener más de catorce años. Va en pijama y con el pelo cobrizo atado en la cima de su cabeza. Las pecas que abarcan su nariz y pómulos bailan gracias a la sonrisa inmensa que tiene en el rostro.

—¡Ella! —chilla Jill, soltándome como si me hubiesen prendido fuego—. ¿Qué haces despierta a esta hora?

La chica alza un dedo, moviéndolo de un lado a otro, igual que su cabeza.

Tócame © | The Scene II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora