Me sentí el ser más fuera de lugar mientras el señor pastor bendecía los alimentos.Estaba yo ahí, tomado de las manos con gente que en mi vida había visto, todos con los ojos cerrados, yo espiando de vez en cuando para ver si ya debía de abrirlos, la mujer a mi derecha estaba estática como una estatua, apenas podía percibir si estaba respirando o no, y el hombre a mi izquierda murmuraba un par de cosas que apenas lograba escuchar, tenían todos la cabeza gacha, de repente alguno que otro alzaba la mano al cielo sin levantar la cabeza, busqué con la mirada a Leandro en la mesa del frente, estaba casi tan estático como la mujer a mi lado, y tenía una media sonrisa. No se porque pero no era el único, todos aquí de hecho estaban sonriendo. Al parecer esto los hacía felices. Estaba examinando a todos cuando un "Amén" se alzó en coro, lo repetí a destiempo viendo como todos se reincorporaron, se abrazaban entre ellos y se deseaban cosas mutuamente. Como no sabía que decir solo respondía con un "igualmente" a las personas que se me acercaban.
Me sentía: Ridículo.
Pero no sabía qué más podía decir, sería como si un estudiante de primaria quisiera hablar con Darwin sobre su primera clase de biología. Ellos saben todo, y yo, yo podría a decir algo estupido y aunque no se burlarían porque su código está programado para ser buenas personas, en el interior sé que lo pensarían.
—¿Entonces eres amigo de Reinaldo? - Me preguntó otra de las mujeres sentadas en la mesa.
—Lo conozco desde hace tiempo - Respondí intentando sonar cortés, pues aunque yo no lo considerara verdaderamente mi amigo, era evidente que ellos tenían una definición distinta de amigos. Quizá porque todos aquí se portan incondicionalmente, me parece que se consideran amigos tan fácilmente. Yo por mi lado no tengo la fortuna de poder llamar "amigo" a muchas personas.
—Me dijeron que estás estudiando actuaría, muchacho - Dijo el hombre a mi lado.
—Si, si, justo estudio eso - Me volteé a verlo y reprimí el impulso de preguntar de donde lo sabía. Me pareció extraño pero igual no era un secreto, ni era algo que no pudiera correr de boca en boca, menos considerando que vivía "bajo el techo de su iglesia" (por llamarlo de algún modo).
—¿Y de qué trata? ¿Qué haces ahí? ¿Es como teatro? - La voz de la mujer sonaba a una clásica tía, cuando la volteé a ver, efectivamente, se veía como el estereotipo de tía, eso me obligó a sonreír, a parte de su comentario.
—¡Ay, mamá! ¡Cómo va a ser teatro! - Otra mujer a su lado le reclamó cómicamente.
—No, no es sobre teatro - Solté una risa corta - Se trata de números, es parecido a un contador o un administrador... supongo - Dije lo último casi para mi mismo, en realidad nadie nunca me había preguntado por mi carrera, no sabía cómo explicarlo.
—Ay, pues está bien, sirve que puedes ayudarles a tus padres con las administraciones - Dijo ella muy quitada de la pena.
—Mamá - Regañó la mujer de antes entre dientes.
—Pues sí, pues si, que ayude - Insistió de vuelta pareciendo obvia.
—Mamá, guarda silencio, por favor - Dijo calmada pero amenazadoramente el hombre que estaba a mi lado. Al parecer todos eran familia.
—Si, Mine, ven, mejor vamos a caminar - La señora a mi lado se levantó y fue hacia "Mine" según entiendo y juntas se perdieron entre los caminos del jardín fuera.
—Lo sentimos, a la tía Mine se le suelen olvidar las cosas, no ha sido su intención, pero cualquier cosa que necesites, estamos aquí para ti. ¿Si? - Me dijo una de las mujeres y yo solo asentí.
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L(e)andro
JugendliteraturLandro perdió a su familia y está obligado a vivir en una iglesia cristiana, irónico ya que no cree que Dios existe, su objetivo es salir de ahí cuanto antes, pero sucede que conoció a alguien que le hizo cuestionarse todo lo que creía, se llama Lea...