Yo no creo en Dios pero creo en ti

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—Hola Dios - Empezó a decir - Mira, he venido hoy por última vez - Se detuvó, me pareció que hablaba también internamente - He venido a despedirme - Ay no, no no no no - He venido a despedirme de esta iglesia, no de ti, jamás de ti - Agradecí sus aclaración, estaba a punto de detener sus palabras, no iba a dejarlo hacer una locura tal, que yo considerase esto una aberración era una cosa, pero ¿Dejar a Leandro hacer eso?, sería como si el me dejara matar a alguien, me desarmaría después de dos segundos, era cuestión de su integridad, quitarle un pedazo de alma, no iba bajo ninguna ciscunstamcia a dejarlo hacerse tal daño, me calmó mucho más lo que dijo después - También vine con alguien, ya lo conoces, tú lo mandaste, y ahora estamos juntos en esto - Lo sentí abrazarme - Solo que no somos bienvenidos acá, esta que es tu casa no se siente nuestra, pero afuera, allá donde está toda tu creación, ten seguro que te seguiré, que cumpliré tu voluntad y que jamás me alejaré de tu camino, porque sin importar lo que digan mis hermanos, tú me hablaste y mirándome a los ojos me aclaraste que amar nunca será un pecado, que no hay maldad en mis actos, que estás con nosotros, y que no nos abandonaras - Me miró y volvió a estrujarme - Nos vemos afuera, supongo - Dijo sacándose una medalla, la dejó a los pies del atril, sacó de su mochila una pequeña y malgastada biblia y la dejó a un lado - Ahora me hablas personalmente, ya no necesitare esto - Palmeó la tapa y regresó a dónde yo - Gracias por acompañarme- Sinceró, a mi se me estrujó el corazón.

Apreté su mano para que supiera que estaba aquí con el, no ahora, no mañana, sino hasta que esta figura divina en la que él (y aclaró que es solo el) creía nos lo permitiera, yo que nunca tuve religión resulté más iluminado que muchos de aquí, resultó que siempre tuve la capacidad de hacer el bien y de cuidar a las personas pero de un modo peculiar. Con los consejos de mi mamá al principio, ahora también con los de Leandro, y aunque no me siento del todo en casa con todo lo que dice, tomó algunas cosas de lo que me dice y las aplico en mi vida.... A veces. No siempre porque la verdad que también soy mala persona. Tampoco vayan a creer que es un fanatismo, él solo ha sido quien me ha guiado por este camino de "espiritualidad" (si es que quieren ponerle algún nombre, pero diré en este camino de "ser buena persona o menos mierda"), me ha ayudado a entender que aunque habrá gente que no nos acepta y que solo nos va a criticar porque nos "escudamos en Dios" para justificar nuestras "diabólicas conductas", pero ellos pueden decir lo que quieran, ellos no están aquí y ellos no lo están viviendo, y cuando nos encontremos del otro lado entenderán el mal que causaron y la mentira en la que vivieron, mientras tanto procuramos tratarlos lo mejor que podemos, procurar hacerlos entender, y alejarnos cuando sea necesario.

Nos persiguen, si.

Pero Leandro dice que eso es lo que hicieron con todos los antiguos profetas, yo no sé ni me interesa, pero de qué siempre ha habido gente chida que puede ver más allá de sus narices como Leamdro, siempre las ha habido, iluminados, brujos, videntes. Llámalos como quieras, locos, si así lo deseas, pero de esos no puedo negar que existen y existieron y si somos nosotros ahora a los que perseguirán por tratar de cambiar esta mundo tan perro fracturado, bueno, veamos que tanto podemos hacer como "las dos piezas de peones tratando de mover todo para poder ganar" que somos.

Lo tomé del brazo, y me llegó un recuerdo algo viejo, algo olvidado, yo pensaba que sostener el brazo de alguien no ayudaba realmente a sujetarlo, sino que era como un gesto de ayuda moral. Quizá sí lo era, pero no era solo un gesto de ayudar a levantar, o de indicar que debían irse. Aquí significaba que nos estábamos apoyando, sostener la estabilidad de alguien más. Se que suena patético, pero tengo el presentimiento de que si soltaba su brazo Leandro se desplomaría en ese mismo instante. Lo aferré con más fuerza y lo mire de reojo.

—No me sueltes - Dije en voz baja, suficiente para que lograra escucharme.

—No lo haré - Pusó su mano sobre la mía alrededor de su brazo. Ambos seguimos caminando, siendo el apoyo del otro. Sujetándonos mutuamente. Todo estaría bien, Mamá me dijo que Dios se lo dijo a ella.

A algunas personas les gusta tener imágenes para poder ver a sus santos y creer en sus milagros, hay quienes prefieren tener estatuillas para tocarles y reafirmar su fe. Otros prefieren tener la biblia expuesta en sus casas como amuleto de protección, y otros tantos como yo, y ahora Leandro podemos conformarnos con lo que se nos dice en silencio. Leandro dice que a él le habla Dios, y yo, yo digo que me lo dice mi madre. Leandro no me lo dice, pero con todo lo que he aprendido puedo suponer que su fe es más "ciega" por las circunstancias en la que se dió, pero la mía necesitó de una figura familiar para no perderse. Él dice que está bien mientras no pierda de vista que Dios ( "o como quieras llamarlo" se rindió después de un tiempo) está detrás de todo esto.

Me gusta llamarlo como mi madre, pero también me gusta llamarle como Leandro.

Mamá me habla en sueños, o inconscientemente, y aunque sé que habla no se puede tocar, siento que me habla intangiblemente, ¿Entienden? Digo, a comparación de cuando me habla Leandro que es un habla más tangible porque lo tengo enfrente. Ya se, ya se, debo dejar de inventarme términos extraños,

—Yo no creo en Dios pero creo en ti - Le dije mi último pensamiento.

—Yo creo en Dios así que por lo tanto tú también - Explicó.

—Quizá, pero yo lo llamaré por tu nombre.

L(e)androDonde viven las historias. Descúbrelo ahora