Dejama a los hombres divertirse

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Había pasado una noche de películas en la casa de Leandro. Me había reído como nunca antes en mi perra vida. Habíamos tenido una pijamada donde caímos rendidos después de cinco minutos de habernos comprometido a quedarnos despiertos toda la noche. Me había despertado recargado de su hombro como en un maldito sueño. Y habíamos bajado a desayunar los hotcakes que su mamá preparó para todos. Habíamos ayudado a recoger un tanto y luego habíamos vuelto a su habitación a ver otra película, o más bien a dejarla reproducir de fondo mientras nos volvíamos a dormir. Había sido un fin de semana maravillosamente perfecto. Había sido tan inmensamente feliz. Ni siquiera era tarde cuando salí, habíamos comido y recogido las cobijas del suelo. Eran sólo las 5, quizá las 6 cuando mucho; Iba caminando sintiendo que podía flotar sobre la acera, iba casi saltando, si pudiera dejar un camino de arcoíris detrás de mi seguro lo habría dejado... la felicidad no me duró mucho. Di la vuelta en la esquina y mi sueño se desmoronó, pasó tan rápido que no supe ni siquiera con exactitud qué había pasado. Estaba oscuro, estaba atado, amordazado. Cuando reaccioné era demasiado tarde para gritar, demasiado tarde para luchar. Lo intenté antes de que cubrieran mi nariz con un trapo húmedo. Después de eso perdí la noción de todo. Lo último que recuerdo después de eso fue una voz rasposa de fondo diciendo - Ya está dormido, jefe.

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Intenté abrir los ojos en cuanto me levanté. Estaban vendados, no veía nada, respiré profundo y sacudí la cabeza levemente, sentí la boca cansada, de seguro por la banda en ella que me impedía hablar. ¿Cuánto tiempo llevaba aquí?

Mis hombros estaban demasiado hacia atrás. Estaba atado a una silla, con mis manos detrás. Era eso. Empecé a sentir un poco de ansiedad, de miedo... de terror. Luego una voz gritó, no se escuchaba para nada lejos de donde estaba pero por el eco supuse que era un espacio grande, pero vacío.

—¿Eres estupido? !¿Quien mierda es esté sujeto?! - Después del grito me quitaron lo que supuse que era una bolsa de la cabeza. Seguía sin ver nada, aún tendría alguna clase de venda cubriéndome los ojos.

—Es el hijo - Evidenció otro tipo. Era la voz del tipo que me había atrapado.

—Si es alguna clase de broma, no es graciosa, y puedo cortarte el cuello ahora mismo, !Ahora dime dónde está el bastardo de Onnel! - Sonaba furioso, y eso me hizo temer inmensamente. Iba a matarme, y después iría por Leandro. ¿Por qué Dios? ¿Por qué le harías esto a alguien que cree tan ciegamente en ti? ¡Si no hubiera estado ahí se lo habría llevado! ¿Cómo puedes? Yo quizá lo merezco, pero ¡¿Leandro?!

—¡Te estoy diciendo que es él! - El hombre comenzó a alterarse, sonaba ansioso - Salió del cuarto, lo interceptamos en la esquina.

—Salió del cuarto... - El hombre lo dijo de tal manera que casi podía asegurar que terminó sonriendo burlonamente - Salió del cuarto - Repitió - ¿Quién eres? -  Me tomó el brazo para que supiera que me hablaba a mi, no contesté, no podía, estaba amordazado - Da lo mismo - El hombre hurgó entre mis bolsillos, encontró la cartera, mi credencial de la escuela estaba dentro - Esta universidad es cara, busca un rescate - Lo sentí lanzar la tarjeta al otro hombre, era como si pudiera ver la escena - Alejandro Cherem - Senti un escalofrío al escuchar mi nombre en su boca - Cherem - Repitió como si recordara algo - ¿Crees que sea hijo de la puta? ¿La de la secundaria? - Lo dijo risueño, me tensé de inmediato, fuera o no mi madre de quien hablaban no tenían derecho a hablar así de nadie.

—La recuerdo, las putas faldas que usaba eran más cortas y vulgares que nada - Mi abuela siempre decía que mamá no sabía usar faldas, que batallaba para que las comprara más largas.

L(e)androDonde viven las historias. Descúbrelo ahora