¿A dónde me llevan?

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¿Fue su culpa por querer castigarme? ¿O la mía por no ser lo suficientemente Cristiano?

La pregunta se quedó en mi entre, retumbando, dándome agonía y dejándome caer en la desesperación más extrema que he sentido en mi vida. Muchas de mis preguntas no tendrían respuestas y estaba volviéndome loco. Quizá hubiera sido mejor morir. Así ya no tendría que estar pensado todo esto.

Ya no sabía cuánto tiempo tenía aquí. A veces me dejaban atado al poste, a veces me dejaban solo tirado en el suelo con las manos atadas. Otras veces me ponían una cadena al cuello que colgaba del techo o apagaban las luces y me dejaban encerrado en la plena oscuridad, no estaba atado pero no es como que quisiera moverme, ya no peleaba, me había resultado peor. Cada que intentaba defenderme terminaba con un ojo morado o con el labio roto, cada que intentaba negarme me iba peor. Ni hablar del día que intenté escapar. Ese día me dejaron colgando de las manos atadas del techo y usaron de saco de boxeo y... y luego vino ese enfermo de Steve. Nunca quise tanto morir. Nunca desee tanto morir. Dejé de comer lo que me daban esperando que funcionara, esperando poder morir. No sé porque no me dejaron hacerlo. No se porque me mantenían aun con vida... no entendía qué era lo que ganaban.

—Va a morirse, trae el suero - Ordenó fríamente un hombre con una máscara mientras sostenía mi cara con una mano en mi barbilla mientras examinaba mis ojos.

No estoy seguro de que el suero fuera lo único que inyectaron en mi, había momentos en que solo me desvanecía y no podía recordar nada. No sabía si era de noche, si era de día, mucho menos qué día era. Tenía moretones de las inyecciones en los brazos, mi cabello llegaba por debajo de la barbilla, mi cabeza se sentía como si fuera a explotar, y aunque la incertidumbre de la oscuridad era abrumadora nada se comparaba a las veces que todos me acorralaban en una esquina y golpeaban metales sin cesar, algunos de esos golpes iban directo hacia mí pero el inmenso ruido, sus gritos, lo abrumadora atmósfera y yo que no tenía fuerzas de hacer un solo movimiento, ni siquiera tenía lágrimas para seguir llorando. Me dolía absolutamente todo y empezaba a imaginar sonidos y sombras que me atacaban. Me encontré a mi mismo arrancándome mechones de cabello. Mis uñas estaban mordisqueadas hasta sangrar. El colmo fue el día que intenté arrancarme un dedo con la esperanza de desangrarme. No lo logré. No tenía fuerzas ni cordura de seguir intentándolo, temblaba ante cada pequeño sonido, me erizaba ante cada toque. Era una asquerosa bolsa de carne rellena de huesos. Nada más que eso. Y no entendía porque me seguían teniendo ahí. ¿Diversión? ¿Simple crueldad?

Ya no tenía cordura. Estaba volviéndome loco. Llevaba demasiado tiempo viviendo en las tinieblas, en la oscuridad. Si mamá me viera ahora me desconocería. Mi imaginación me jugó una ilusión donde ella venía a mi hecha de luz, iluminando su alrededor. Se arrodillaba frente a mí y me abrazaba. Pero solo termine abrazado al poste en el centro del lugar deseado que esa visión durara un poco más, que mamá no se fuera tan pronto, que siguiera aquí para abrazarme, o que me llevara con ella, me aferré más al metal, sollozando sin lágrimas, solo lamentando mi existencia.

—¿Listo para otra ronda? - Era Steve.

Mamá... llevame contigo. Por favor, te lo suplico, sálvame... ten piedad de mí... de tu hijo. Por... por favor.

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Vi la luz del sol, más bella que lo que jamás la había visto, y también muchísimo más cegadora después de la oscuridad en la que me tenían. Estaba asustado, me habían levantado tirándome una cubeta de agua encima y gritando "Levántate ahora" tantas veces como les fue posible. Me estaban llevando a otro lado, no había alivio en ninguna parte de mi cuerpo, todo podía ir a peor aquí. Pensé primero en que me abandonarían en medio del bosque, que me atarían a un tronco y me golpearían hasta que fuera solo un blanco para lobos o algo así, los hombres llevaban máscaras, pasamontañas o cualquier cosa que pudiera cubrirles el rostro todo el tiempo, tratar de huir sería inútil, no tenía idea de dónde estaba y en caso de que pudiera llegar a algún lugar, ¿Que haría? ¿Denunciarles? ¿Denunciar a alguien de quien ni siquiera sé si conozco su verdadero nombre? No tenía elección más que seguir caminando.

L(e)androDonde viven las historias. Descúbrelo ahora