No, no estaba superando ese crudo invierno, Landro del pasado les mintió porque eso es todo lo que he sido, un mentiroso. Si. Si estaba evadiendo a Leandro, me obligué a mi mismo a no mandarle un mensaje en muchas ocasiones, muchas veces (y esto no se si agradecerlo) mandé mensajes borracho a un número equivocado. Pero hoy estaba de vuelta, ya estaba de regreso a la ciudad, extrañaba este ambiente, extrañaba a la gente, los modismos, Dios, la comida, nada como la patria cuna, había extrañado también sus baches, no digo que del otro lado del charco no hubiera, claro que había pero algo tienen los de aquí que los hace especiales, de hecho el señor del Diuber cayó en uno y después de soltar una maldición y una queja para nuestro queridísimo gobierno me dijo que habíamos llegado, no a mi casa, a la plaza, miré el supermercado a mi derecha, con su letrero brillante que no se veía tan brillante en la luz del día. Estando en la entrada tomé un carrito, iba avanzando por los pasillos mientras miraba sin mirar los estantes y echaba cosas dentro sin preguntarme nada, pronto tenía muchas cosas dentro y estaba formado en una caja con una viejita frente a mi, la vi meter una tableta de chocolate en su bolso y hacerme una seña para que me callara, igual aunque no me lo hubiera pedido no hubiera dicho nada, menos ahora que parece que decidí replantearme mi vida y la razón de mi existencia a media fila, en mi mente seguía pensando en lo patético que era mi sentir y lo patetico que habia sido tratar de engañarme, patético, completamente patético, la banda se movió, la cajera cobró todo, yo pagué las cosas, agregué tres chocolates, uno para pagar el que la señora se habia llevado, otro para la mujer que me embolsó las cosas y el tercero para la cajera que tenía cara de cansancio a morir. Es lo que hubiera hecho Leandro, cuando salí vi a la mujer que estaba frente a mi en la fila sentada en la banqueta compartiendo el chocolate con un niño pequeño, sonreí y seguí mi camino, esperando que llegará el nuevo Diuber a recogerme, el chofer me ayudó a meter las cosas detrás, digo eran 3 bolsas pero me ayudó y el gesto se le agradece. También le di propina al hombre antes de salir. Subi las escaleras lentamente, el portero no habia estado a la vista, quiza se fue al baño o algo asi, dejé una de las bolsas en el suelo y abrí lentamente la puerta y todos mis sentimientos se formaron en una bola y se estancaron en mi estómago saltando de un lado a otro, me agaché a recoger la bolsa y pude leer lo que decía el papel en el suelo, o mejor dicho, la tarjeta en el suelo, tenia un cupón pegado en la esquina.
Volviste!
Ahora vayamos por pizza de verdadEl cupón había expirado hace 3 meses. Lo sostuve entre mis manos y mis pies se movieron por voluntad propia, me tiré en el sofá. Había sido una mierda de persona con él y ahora debía odiarme, y no lo culpo, lo ignoré el mismo tiempo que tiene este cupón de expirado. Lo rompí en dos y lo lancé al bote de basura. Me meti a Instagram y la primera publicación que me salió fue de Leandro. Una foto grupal con un montón de gente. Leí la descripccion.
Los mejores 3 meses de mi vida! Que bonito poder desconectarse para poder conectar con esta gente! Bendiciones!
Y luego muchos ht's que daban a entender que se habia ido de "misiones" por un laaaaargo rato. Nunca se había ido en una tan larga... pero... era cierto, él solo tenía que entregar su tesis en este semestre y sería todo, tenía el tiempo... pero aun así era demasiado tiempo... casi como si lo hubiera hecho a propósito.
Le mande un mensaje excusándome en esto para no sonar como un tan mal amigo.
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L(e)andro
Teen FictionLandro perdió a su familia y está obligado a vivir en una iglesia cristiana, irónico ya que no cree que Dios existe, su objetivo es salir de ahí cuanto antes, pero sucede que conoció a alguien que le hizo cuestionarse todo lo que creía, se llama Lea...