52. Bienvenidas a casa

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Anya y Nidia ya se encontraban en su casa, ambas se encontraban decorando un poco ya que ese día llegaban sus papás con sus hermanitas.

-Listo, ya quedó todo- dijo Anya al ver toda la decoración.
-Ya no puedo esperar para conocer a nuestras hermanitas- dijo Nidia y en ese momento se escuchó la puerta de un auto.
-¡Llegaron!- dijeron emocionadas.

La pareja había llegado a casa, Ari bajó rápido para ayudarle a Temo con una de las bebés para que pudiera bajar y como agradecimiento le dió un beso.

-Gracias amor- dijo Temo-. Bienvenidas a casa mis niñas.
-Sus hermanas deben estar emocionadas por conocerlas- dijo Ari besando las cabecitas de sus hijas-. Esto me recuerda cuando Anya y Nidia llegaron a casa. Ahora estamos viviendo la misma experiencia pero con estas lindas bebés.
-¡Sorpresa!- gritaron Anya y Nidia cuando sus papás entraron.

Ari y Temo se sorprendieron al ver la sala decorada con un letrero que decía: "Bienvenidas Laurita y Rebequita", había muchos globos y decoraciones de animalitos.

-Ay niñas, que hermosa bienvenida- dijo Temo abrazándolas-. Las extrañé mucho.
-Nosotras también te extrañamos papi- dijeron las niñas y vieron a sus hermanitas-. ¡Ay, queremos conocerlas!
-Ella es su hermanita Laurita.
-Y ella es su hermanita Rebequita- dijo Ari mostrando a la bebé que él cargaba.

Anya y Nidia cargaron a sus hermanitas, las miraban con tanto amor ya que sabían que tendrían a alguien a quienes cuidar y amar. Las bebés con sus pequeñas manitas tomaban un dedo de sus hermanas y ellas besaban sus frentes. Ari y Temo sonreían al ver a sus cuatro hijas juntas.

-Hola hermanitas, nosotras somos sus hermanas mayores- les hablaban-. Les prometemos que las vamos a amar toda la vida porque ahora que ya están con nosotros nos han llenado de mucha alegría.
-Mis cuatro niñas al fin juntas- dijo Temo y en eso vio a sus perros que olfateaban a las bebés-. A ver hijas, siéntense en el sillón con sus hermanitas porque creo que Duke y Aleu las quieren conocer.

Las niñas se sentaron en el sillón, los perros se acercaron y olfatearon a las bebés, las habían aceptado porque se habían alegrado. Estaban tan alegres que tomaron sus pelotas de goma para dárselas a las bebés y esperaban a que se las lanzarán. Los cuatro mayores reían ya que eso era tierno y divertido a la vez.

-No mis niños, Rebequita y Laurita aún son muy pequeñitas para jugar con ustedes- dijo Temo riendo y acariciandolos-. Pero promentanme que van a cuidarlas mucho al igual que a mis niñas grandes.

Los perros ladraron en modo de afirmación y los ocho pasaron un lindo momento en familia.

La noche cayó, fue una linda tarde ya que toda la familia fue de visita para conocer a las bebés y todos quedaron encantados con ellas. Ari fue a echarles un ojo a las bebés antes de irse a dormir. Entró al cuarto y al asomarse a las cunas no vió a las bebés, comenzó a preocuparse así que fue a buscarlas, una opción era en el cuarto de sus hijas mayores, no quiso comentarle a Temo para no preocuparlo. Entró al cuarto, encendió la luz y la escena que vio le robó el corazón que no resistió a tomarles una foto: sus cuatro hijas dormidas juntas. Besó las cuatro frentes de sus hijas y regresó a dormir junto a su esposo.

-¿Se durmieron?- preguntó Temo.
-Las cuatro están profundamente dormidas que tienes que ver esto- dijo Ari mostrándole la foto y Temo sonrió.
-Mis niñas tan hermosas. El amor de hermanas que ellas se tendrán será inigualable.
-Lo sé. Que lindo suena decir que tenemos cuatro hijas, de verdad soy demasiado feliz.
-También yo. Ven aquí, amor.

Ari se acercó y Temo lo besó, ellos solo querían demostrar la felicidad que sentían al ser papás de cuatro niñas.

Familia Corcega López Donde viven las historias. Descúbrelo ahora