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Peter miraba curioso al Alpha en su cocina. Este le regresaba la mirada con intencidad; Peter sonrió divertido al ver cómo los ojos del rubio lo seguían por todos lados.

—Es extraño. —Tony le sirvió una taza de café al soldado—. No es tan risueño con las personas. Suele ser muy tímido.

—Es precioso. —Dijo el capitán—. Se parece mucho a ti.

—Gracias a Dios. —Escucho susurrar al joven.

Steve regresó su atención al Omega. Este se veía cansado, cabizbajo pero con una luz propia imposible de ignorar.

—Por favor... —Steve se mordió el labio—, dime que no es lo que imagino.

Tony miró a su cachorro y sonrió.

—No es lo que imaginas. —Anthony suspiro y sonrió divertido—. Antes de ser tocado el susodicho terminaría sin bolas.

Aunque eso calmo a niveles inimaginables al soldado, no significaba que estuviera satisfecho con la respuesta. Trató de mirar disimuladamente la marca en el cuello de Tony sin pretender ser grosero.

Algo en su interior se retorcio en rabia.

—Todo fue consensuado, estúpido y apresurado. —Tony se encogió de hombros—. Supongo que esto es lo que pasa cuando aún eres un Omega ingenuo y enamorado.

—Tony...

—Me marco, me embarazo y después se largo. —El castaño tomó de su café—. Igual era un bueno para nada.

Rogers no aparto su mirada del genio. Detrás de toda esa fachada desinteresada, había dolor y tristeza en esos hermosos ojos; Tony había sufrido en todo ese tiempo.

—No voy a dejarlos solos. —El Alpha tomó la mano del Omega en la mesa. Tony alzó sorprendido la mirada—. Permiteme ayudarte.

Tony deslizó su mano con recelo.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora