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Asegurándose de que su cuerpo quedara envuelto en el aroma, Stephen guardo la loción en el cajón y lo cerró con llave. Tomo una gran bocada de aire.

—Fue una maravillosa noche. —Christine le sonrió en cuanto lo vio salir del baño.

Strange asintió con una sonrisa egolatra en los labios.

—Por supuesto, ¿esperabas menos? —El Alpha se acercó a la mujer y beso su cabello.

Christine empezó un beso profundo, buscando llegar más lejos con el hombre, pero Strange la paro.

—¿No estas cansada? —El neurocirujano le sonrió incómodo—. Yo estoy prácticamente muerto.

La Omega bajó la mirada y sonrió avergonzada.

—¿Podemos intentarlo de nuevo? —La chica acarició el rostro del castaño—. Tal vez esta vez funcione.

—Christine...

—Por favor. —Palmer se notaba desesperada—. Una vez más.

Stephen la beso y la recostó en la cama cediendo ante la petición de la Omega.

No podía captar ningún aroma, y aunque lograba tener una ereccion, había algo que no se sentía bien. Su maldito lobo estaba empecinado en recordarle a quien ya estaba enlazado

—Stephen. —Palmer olisqueo su cuello. Strange se tenso—. Hueles delicioso.

El Alpha soltó un suspiro lleno de alivio.

La noche pasó entre besos y caricias forzadas. Christine, como era costumbre, le regalo una sonrisa esperanzadora al final.

—Esta vez será diferente. —La Omega tocó la mordida en su cuello.

—No es necesaria una marca, Christine.

—Oh, Stephen... —La mujer le sonrió con tristeza—. Perdoname por ser una Omega defectuosa, tú mereces más.

El Alpha la abrazo callando los bajos sollozos de Palmer.

Mientras que Christine pensaba que Strange era el mejor Alpha del mundo por aceptarla como era, Stephen le ocultaba que el verdadero problema era él.

Stephen no podía percibir su fermona pero ella no lo sabía, Stephen podía tener relaciones con ella pero jamás embarazarla, Stephen podía morderla las veces que fueran, pero jamás la marcaría.

Stephen poco disfrutaba de su vida con Palmer.

Ni siquiera Palmer conocía su verdadero aroma.

Palmer vivía en medio de un engaño.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora