Último Extra

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Peter miraba las calles, tratando de no confundirse. Suspiro cuando finalmente dio con la dirección.

—¿Quién eres tú? —Un hombre robusto lo recibió en la entrada.

—Ah, buenos días, soy Peter Rogers. —El chico miró a todos lados—. Vengo a buscar a Stephen Strange.

El hombre lo miró por largos segundos para después asentir y dejarlo pasar. El lugar era grande, limpio, pero frío; muy diferente a su hogar.

—Por aquí. —El hombre lo dejó enfrente de un gran portón—. Te estaba esperando.

El joven de 17 años asintió sintiéndose nervioso. Tomó una gran bocada de aire y tocó la puerta. Un adelante lo hizo darle vuelta al pomo.

Un hombre de presencia elegante lo recibió sentado en la cama. Se veía recién bañado, delgado pero autoritario.

Era un beta por su falta de aroma.

—Peter. —Una pequeña sonrisa se dibujo en los labios de Strange—. Pensé que te negarías a verme.

Peter jalo su mochila al frente y sacó varios sobres.

—Solo vine a regresarle esto. —Dejó los sobres sobre la cama—. Es muy amable de su parte, pero no necesito ni quiero el dinero.

—Pero, Pete... —Stephen miró el dinero—, como tu padre tengo que...

—Mi padre se llama Steve Rogers. —El chico lo miró con firmeza—. Y es el mejor. Escuche, mi intención no es ser grosero, agradezco la intención, pero no es necesario. Si vine aquí no fue para darnos una oportunidad, más bien vengo a dejar las cosas claras.

—¿De qué hablas?

—Deje de buscarme. —El chico sacó unos papeles y se los dejó de nuevo en la cama—. Como verá, soy un Omega. —Peter vio la desilusión en los ojos de Strange—. Lamentablemente para usted.

—Pero Howard me dijo que eres un chico brillante, que eres el mejor de tu escuela, que te aceptaron en el MIT sin necesidad de aplicar...

—Y soy Omega. —Aclaro de nuevo el chico—. Mis padres nunca me limitaron, mamá es el Omega más poderoso que pueda conocer, incluso más que el abuelo Howard, y mi padre, mi padre es el mejor ser humano. —Peter le mostró una gran sonrisa—. Mi papá siempre estuvo detrás de mí impulsandome junto con mi madre. Para él mi madre y yo no somos simples errores de naturaleza, somos su igual.

—Peter...

—Soy un genio igual que mi madre, pero aprendí demasiado por mi padre. —El castaño guardo su estudio y se colgó correctamente la mochila—. Y lo que me enseñó fue conceder el perdón.

Strange se quedó paralizado.

El Omega miró una vez más la habitación.

—Muchas gracias por tomarse el tiempo de buscarme, por tratar de ser un buen padre aún cuando sus intenciones no fueron puras. —Peter le regalo una sonrisa educada—. Espero que los siguientes años aprenda a dejar el orgullo atrás y vea más allá de los prejuicios. Adiós, señor Strange.

Peter dio media vuelta y juro no pisar de nuevo esa casa.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora