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Tony entró a la habitación después de haber despedido a su madre.

Steve lo miró con una gran sonrisa en los labios, camino hasta el castaño y lo atrapó en un beso intenso y amoroso.

—Steve... —Tony rio cuando el Alpha comenzó a olisquear su cuello— ¿te gusta?

—Me tienes loco. —El rubio beso su nariz— ¿Estuviste llorando? —Las alertas se activaron en el soldado al observar de cerca los ojos de su Omega. Se notaban hinchados e irritados.

El joven negó mientras jalaba la mano del rubio y lo sentaba con él en la cama.

—Hay... Hay algo que me gustaría hablar contigo.

La mirada preocupada del Alpha le hizo sentir ternura. Steve no era un Alpha que desprendía un aura agresiva ni mucho menos intimidante, al menos no con él y su pequeño.

—Tony, ¿sucedió algo malo? ¿María te dijo algo?

—No, bueno... —El genio suspiro y tomó las manos de su pareja entre las suyas—. Steve, creo que tiene razón en varios puntos.

—¿Qué puntos? —El rubio no entendía.

—Que puedo hacer más. —El joven bajo la mirada—. Quiero demostrarle a Howard que soy mucho más que un simple Omega, —Anthony lo pensó mejor— no, quiero demostrarme que soy un verdadero Stark.

El Alpha alzo el rostro del joven poniendo su mano en la mandíbula. Tony encontró para su sorpresa una gran sonrisa en el rubio.

No había incredulidad, burla o duda. Steve lo veía con orgullo.

—Ese es mi Tony. —El Alpha beso su frente—. Sé que eres un genio, sé que puedes lograr grandes cosas, que puedes tomar el mundo en tus manos si te lo propones y que Howard es un idiota.

—Steve...

—Si eso es lo que quieres, no dudes que estaré a tu lado. —Steve acarició su cabello—. Apoyándote.

El Omega dejó escapar un sollozo. El próximo paso era aterrador, estaba dispuesto a enfrentar y retar todas sus inseguridades; pero no estaba solo.

—No sé qué es lo que hice bien para tenerte a mi lado.

Steve negó con una sonrisa mientras juntaba ambas frentes.

—Esas son mis líneas, pequeño ladrón. —Tony rio otra vez mientras bajaba la mirada de nuevo. Steve lo impidió—. Mi amor, pase lo que pase, nunca bajes la mirada.

El Omega lo miró con sorpresa para después asentir.

—Voy a ser tu escudo, Tony. —El soldado lo tomó del rostro—. Te amo.

—Te amo, Steve.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora