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Peter actuaba extraño; Tony alzó una ceja sin saber la razón.

—¿Estas bien, Peter? —Preguntó al no quitarse la molesta sensación en el pecho.

El niño negó.

—No me gusta. —El niño se abrazo a su mamá—. Quiero a papá con nosotros.

Tony suspiro. Él también lo quería aquí con ellos.

—Papá regresará rápido. —Trató de calmar el mayor—. Él lo prometió.

—¡No! —Peter por primera vez le alzó la voz al castaño— ¡Lo quiero ahora! ¡Quiero a papá aquí!

—Peter. —Tony vio como el niño se safo de sus brazos y como este corría escalera arriba— ¡Peter!

El timbre de sonó dejando al castaño estático. Olvidó por algunos segundos al pequeño y su berrinche y centro su atención en la puerta. Su imaginación voló en ese instante, ¿sería la señorita Romanoff para entregarle esta vez malas noticias?

Su pecho se oprimio. El terrible presentimiento se hizo más fuerte.

Con pasos torpes se dirigió a la salida; rezo a cualquier ente divina que no fuera lo que creía.

—Mucho tiempo sin vernos.

No, no era Natasha, era alguien mucho peor

Tony retrocedió abrazando su cuerpo. De inmediato la testosterona de Stephen golpeó su cuerpo; su Omega correspondio para su disgusto y frustración.

—No... —Anthony cayó al suelo—, no puedes...

—Vengo por lo que me pertenece. —Strange aspiro las feromonas de Tony—. Tú.

Anthony sentía el calor rodearlo. Sé odio.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora