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Howard miró incrédulo los papeles del divorcio en la mesa.

María esperaba con suma paciencia que el Alpha hiciera algo al respecto, que mostrará alguna expresión más que ese rostro desencajado.

Finalmente, Howard soltó una risa.

—¿Qué tipo de broma es esta?

—Lamentablemente no puedo romper lazos contigo. —La mujer se mostró segura e intimidante—. Pero puedo dejar de llevar tu apellido y estar lo más lejos de ti.

—María...

—Me llevare todo lo que me corresponde. —La Omega le sonrió burda—. Así que deja de hacerte el estúpido y firma el maldito divorcio.

—¿Entonces crees que voy a rogarte? —El Stark firmó los papeles con el orgullo en alto—. La marca...

—Quedará intacta.

—¿No pensabas deshacerte de mí? —Pregunto burlon el hombre.

—Querido, a ninguno de los dos nos conviene. Es una decisión que lamentablemente no pensé con claridad y ahora viviré con las consecuencias. —María tomó los papeles y los guardo—. A menos, claro, que quieras terminar con Stephen Strange. ¿No estaba volviéndose loco en ese hospital? Me parece que la señorita Christine ya se canso de estar a su lado. —María hizo un gesto pensativo—. Ahora está saliendo con alguien más, ¿no es así?

—Los Omegas son unos traidores.

—Dejame mostrarte que es lo traición, Howard. —La rubia se levantó y lo miró con toda la elegancia que poseía—. Te aseguro que no será la última vez que sabrás de mí.

—¿Es una amenaza?

—Tal vez. —María dio media vuelta, pero antes de retirarse, le dio una última mirada al Alpha—. Solo recuerda que yo sin ti, soy mejor.

Y con la frente en alto, María dejó una muda promesa de destruir a su Alpha.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora