3

8.6K 991 16
                                    

Peter miró con asombro el oso de peluche que Steve le extendía. El soldado, con una sonrisa llena de ternura, dijo:

—¿Podrías cuidar a mi amigo? —El rubio le entrego el peluche—. Es algo miedoso por las noches.

Como si fuera una misión, Peter puso su manita derecha en la frente simulando un saludo militar para después transformar su cara en la mueca más seria que puede tener un niño de 4 años.

—Seré el mejor guardián de osos de todo el mundo. —Afirmó el pequeño.

Steve, siguiéndole el juego, se paro recto e hizo el saludo militar.

—Confío en usted. —Steve rio—. Puede descansar, soldado.

Peter salió corriendo con el peluche en brazos y una enorme sonrisa en los labios.

—Es un lindo peluche. —Tony no pasó por alto el traje del Capitán América que tenía el osito—. No tenía idea que hicieran de esos.

—Cuando lo vi de inmediato recordé a Peter. —Steve se sobo el cuello tímido—. Creo que le gustó.

—Le encanta. —Aseguró el castaño—. Ahora no lo soltara por nada del mundo.

Rogers miró al joven a su lado. Tony estaba enamorado de su pequeño. Peter era la luz de Anthony.

—Debí quedarme. —Susurro el soldado recordando cuando Tony era un niño y él un simple chico de Brooklyn, escuálido e inseguro.

—No. —Tony suspiro—. No te culpes por mis errores.

—Tony, tú no...

—Tienes razón. —El Omega puso mala cara—. Yo no cometí ningún error. Me juzgaron injustamente y me culparon de todo. —Anthony vio a su hijo—. Peter... Peter no es ningún error.

Steve abrazo al Omega en un impulso. Trato de encontrar su aroma, pero tal como lo imagino, Tony no desprendía ninguna feromona. Todas estaban reservadas para el idiota que lo dejó.

—Steve... —Los brazos del joven se enrollaron en la cintura del Alpha—, gracias por regresar.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora