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Tony miró a todos los agentes caminar de aquí para allá, algunos con prisa, otros con calma, unos con papeles en mano y unos más con sueño.

Se sintió aturdido por un momento.

—¿Se encuentra bien? —La pelirroja lo miró con preocupación.

Tony asintió con el rostro pálido. Eran demasiados Alphas.

—Mami. —Peter se aferro a su mano— ¿Dónde está papá?

Natasha le sonrió al pequeño antes de arrodillarse.

—Tu papá ahora está en una cama suave y cómoda. —La mujer miró con pena al Omega—. Tuvo... Un altercado, pero está bien. En cuanto despertó lo primero que dijo es que quería ver a su familia.

—¿Altercado? ¿Despertar? —Anthony la miró alterado— ¿por qué no mencionó nada de eso?

—No quería preocuparlo.

—Mami, ¿papá está bien? —Peter sintió la tensión en el lugar.

Tony trató de calmarse para que sus manos no temblaran. Apenas le sonrió a su hijo para después ver a la pelirroja. Esta asintió y los guió entre todo el gentío.

Entraron a la sala de enfermería. Tony odiaba el aroma a hospital; le recordaba al tiempo que tuvo que pasar por todo su embarazo solo. El miedo, los nervios, la rabia...

—¿Señor Stark? —Natasha apuntó una de las tantas puertas—. Es por aquí.

Tony sentía su cuerpo temblar.

—¡Idiota! —La voz de un hombre se escucho— ¿Quieres matarnos de un susto?

—Ja, ja, ja. —La risa de Steve calmo a Tony a niveles inimaginables—. Estoy bien. Soy un super soldado, ¿lo recuerdas?

—Aun no lo superas, ¿cierto? —Se volvió a escuchar la voz del hombre—. Phillips ahora no sabe cómo bajarte los humos.

—Caballeros. —Natasha interrumpió la platica de ambos Alphas. Tony vio a un hombre castaño, alto y de ojos claros junto a Steve.

Steve captó de inmediato su atención.

—¡Papá! —El niño se soltó de la mano de Stark para correr hacia un contento rubio.

—¡Peter! —El soldado dejó que el niño se subiera a la cama. De inmediato lo abrazo.

—¡Pensé que ya no me querías! —El cachorro hizo un tierno puchero—. Pero si nos quieres, ¿verdad?

—Los amo, Peter. —Steve beso los cabellos del niño—. Jamás los dejaría. Nunca.

No escucho la confesión que técnicamente el Alpha acababa de hacer ya que toda su atención estaba en el rostro de Steve. Tenía hematomas y alguna que otra cortada. No pudo evitar la sensación de miedo en su cuerpo.

Steve había sido herido.

—Tony. —Rogers le sonrió apenado—. Yo... Te extrañe.

Natasha carraspeo leyendo el ambiente. Miro a Barnes con irritación pues este parecía muy entretenido con todo.

—¿Qué? —James no entendía a la pelirroja.

—Es hora de ir por el almuerzo.

—No tengo hambre. —Contestó con inocencia el castaño.

—Dije, vamos por el almuerzo. —Natasha fue por él y lo tomó de la oreja. Miró al pequeño y le sonrió con ternura—. Peter, ¿tienes hambre?

—¡Sí!

—Le comprare algo para almorzar. —Romanoff miró al Omega— ¿Puedo?

Tony miró a un emocionado Peter. Era la primera vez que lo veía tan cómodo con tantas personas a su alrededor.

—Claro.

—¡Vamos! —Peter se bajó enseguida y tomó la mano libre de la pelirroja. Barnes aún seguía sufriendo por su oreja—. También mis papás tienen que comer.

Los tres salieron en medio de gritos emocionados, risas y aullidos de dolor.

—Ellos son mis mejores amigos. —Steve miraba atento al Omega—. Son geniales.

Tony camino hasta la cama del rubio, miró con seriedad al Alpha y después se dejó desplomar en las piernas del rubio.

—Por un momento pensé... —Tony escondió su rostro—, tenía miedo.

Steve lo miró con sorpresa para después sonreír con cariño. Aspiro tratando de encontrar el aroma del castaño.

Sonrió con tristeza cuando no pudo percibir nada.

—Tenía una buena razón para regresar. —El rubio espero a que Tony alzará la mirada. Cuando sus ojos se encontraron, Steve acarició el rostro del joven—. Lamento haberte preocupado.

Tony lo abrazo con cuidado. No sabía que tan graves eran las heridas del soldado.

—Te extrañe, Steve. —El Omega busco el aroma del Alpha. Se aferro a la espalda de este cuando no lo percibió.

Steve cubrió con su cuerpo el de Tony y se dejó llevar por el momento. Beso sus cabellos una vez más.

Recordó al pequeño niño que no dejaba de seguirlo por todos lados. Su pequeño Tony.

—Tú... —La voz de Anthony se escuchaba en un susurro—, le dijiste a la señorita Romanoff que era tu Omega.

Steve carraspeo nervioso.

—Bueno... —Se separaron lo suficiente para verse—, lo siento, Tony.

El castaño bajo la mirada. Sonrió dolido; Steve no tenía porque considerarlo su Omega si tenía una espantosa marca que por sí sola lo descartaba.

—Comprendo.

—No, Tony... —Steve tomó su rostro con ambas manos—. Perdóname por lo que voy hacer.

—¿Qué..?

Los labios de Steve callaron las dudas del castaño.

Alpha y Omega. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora