Capítulo 34

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Una nota se deslizó cuando abrió la puerta del casillero, Elena alzó una ceja, inquisitoria, mientras Anna se apresuraba a tomar la nota, antes de que la curiosidad de Elena lo hiciera primero.

—¿De quién es?—preguntó su amiga.

Anna leyó rápidamente la nota y después la rompió tantas veces como le fue posible. Tenía que eliminar la evidencia, aunque no se sentía bien ocultándole aquellas cosas a su mejor amiga.

—De algún idiota que solo quería molestar—respondió.

—Agh, entiendo, el otro día algún baboso me envió una carta que no decía más que estupideces.

Anna se limitó a escuchar el relato de su amiga, o al menos a pretenderlo ya que su mente estaba pensando en aquella nota, y en lo que pasaría en la tarde.

—Hola, chicas—saludó Reina, luciendo una enorme sonrisa boba.

Anna y Elena pusieron los ojos en blanco al verla, Reina estaba sonriendo mucho últimamente, y ambas sabían cuál era la razón.

—Zack me llevó a un restaurante anoche, fue muy divertido—anunció la pelirroja.

—Que bien—dijo Anna sin emoción.

–Y...Reina—comenzó Elena, tomando a Reina por el antebrazo—dime que ha pasado entre tú y Zack, ¿eh?

Reina sonrió nerviosa.

—¿Que ha pasado de qué?

—Oh, vamos, no te hagas la tonta—gritó Anna—escúpelo todo, ya sabemos que tú y Zack están saliendo.

Reina soltó una carcajada.

—No, bueno, si salimos, pero como amigos, es todo.

—Esa no me la trago—Elena se cruzó de brazos y cuando doblaron para entrar a otro pasillo solo sintió como su cuerpo se estrelló contra algo sólido, que resultó ser el cuerpo de alguien más.

—Cuidado, niña—dijo la voz divertida de Adam, cuando tomó a Elena por los hombros para evitar que se fuera de espaldas.

—Lo siento—se disculpó ella.

—¡Ah! buenos días, Anna.

—¡Vaya!—gritó Anna—creí que jamás te aprenderías mi nombre, lo ves, no era tan difícil de aprender, ¿o si? ¿Te costó mucho trabajo?

—No te imaginas cuánto.

Anna puso los ojos en blanco y Adam soltó una ronca carcajada.

—¿Que estás haciendo aquí?

—No sabía que tenía que darte explicaciones. Le diré a mi asistente que te envié mi itinerario.

—No es necesario—replicó ella, tomó a Reina y Elena del brazo y continuó su camino, ignorando la sonrisa burlona de Adam.

—Nos veremos luego, Lolita.

—Púdrete—masculló ella.

Elena rio y Reina giró el rostro para seguir viendo a Adam.

—Te juro que ese hombre me parece un poco escalofriante—murmuró Elena—Carlos me contó algunas cosas sobre él.

—¿Algo interesante?

—No mucho, su vida son los negocios, no tiene esposa, ni hijos, según Carlos, su última novia era 10 años menor que el.

—Pedófilo—canturreó Anna.

—Me parece bastante apuesto—dijo Reina.

Ambas chicas la miraron como si estuviera loca.

—¿Qué?—preguntó la pelirroja a la defensiva—no me digas que creen que es feo.

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