Capítulo 30

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Capítulo 30

—¡No puedo creer que Elena y Zack no me hablaron en todo el día!—gritó Anna al mismo tiempo que subía sus pies sobre la mesita de la sala—¡Ni siquiera un mensaje! ¡Es mi cumpleaños y ellos no me llamaron para nada!

—Has dicho eso cerca de ¡mil veces!—dijo Axel un poco desesperado ¿Dónde demonios estaba Alex cuando lo necesitaba?

—Es que no lo puedo creer. Son unos malos amigos—dijo ella mientras cruzaba los brazos a la altura del pecho y hacia un puchero.

—Tal vez están ocupados. Pueden estar estudiando, arreglando sus habitaciones, comiendo, viendo tv. O haciendo cualquier otra cosa que no esté relacionada contigo y tu cumpleaños.

—Gracias—dijo Anna con sarcasmo—eres un buen hermano.

—Un placer, preciosa.

—Anna—dijo William al entrar en la sala—Demetria y yo nos vamos.

—Que bien—dijo ella sin despegar la vista de la televisión—¿quieres que suba a mi habitación para que me dejes encerrada ahí? ¿No quieres comprarme un dragón para que me custodie?

—No te dejaré encerrada en tu habitación, te dejaré encerrada en la casa, está vigilada ¿recuerdas a Max?—preguntó al mismo tiempo que entraba aquel hombre que ella recordaba a la perfección—él se quedará aquí a vigilarte y hay otros sujetos alrededor. Así que no intentes salir. Ya hablé con Elena y Zack, están advertidos, no pueden sacarte de la casa, por ningún motivo.

—¿Y si hay un accidente? ¿Y si la cocina se incendia? ¿Y si hay un terremoto? ¿Y si caigo por las escaleras y me fracturo?

—Anna… ni se te ocurra lanzarte por las escaleras para salir de casa ¿entendido?

—¡Por supuesto que no haría eso! no estoy tan loca.

—Bien, entonces tampoco incendies la cocina ¿ok?

—Sí, sí. Como digas.

—Si hay una emergencia Max se encargará de ella. Feliz cumpleaños—se acercó a ella y la hizo ponerse de pie para darle un fuerte abrazo.

Anna no dijo nada; cuando William se separó de ella Demetria también se acercó para abrazarla.

—Feliz cumpleaños—le dijo en un susurro—William no quiso que te diera un regalo, pero está en tu habitación, espero que te guste.

Los ojos de Anna brillaron con emoción.

—Gracias—susurró.

—Por nada, nena.

—Bien, ya tenemos que irnos, adiós chicos, compórtense, nada de diversión Anna ¿entendido?

—¡Sí!—gritó ella sintiéndose exasperada ¿Por qué William no simplemente se iba?

Su padre asintió y salió de la casa acompañado por Demetria. Le dolía ser así con Anna, pero sabía que en el futuro Anna no siempre tendría todo lo que quisiera con solo pedirlo, y tendría que enseñarle esas cosas de vez en cuando.

Cuando por fin se fueron ella subió corriendo a su habitación, Axel, creyendo que comenzaría a llorar al más puro estilo de Cenicienta, corrió detrás de ella para asegurarse de que estuviera bien y cuando la vio saltando en su cama abrazando un vestido rosa pastel solo atinó a poner los ojos en blanco.

—Estás loca ¿Lo sabias?

—Sí, me lo han dicho un par de veces—dijo Anna sonriendo ampliamente—mira este vestido, es hermoso ¿no crees? Demetria me lo regaló, y mira esos tacones, son tan preciosos, Elena morirá de envidia.

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