Capítulo 32

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Alex se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar.

Anna estaba jugando con sus manos, se había dicho a si misma que no iba a poder olvidar ese beso en toda la noche, y sin embargo lo había hecho, pero no porque hubiera querido, con William a punto de descubrirla no le había quedado más opción que concentrarse en llegar a casa a tiempo, y una vez en casa pues... todo fue risas y diversión.

—No creo que sea un buen momento. Ya es tarde y...—Alex hizo una mueca, y ella se obligó a retractarse—lo siento. Podemos hablar.

—Bien, porque tengo muchas cosas que decir y no pensaba irme hasta que me escucharas—estaba nervioso, y Anna podía notarlo—sobre el beso...

—No—interrumpió ella—Alex...no sé porque lo hiciste, pero no puedes volver a hacerlo.

De pronto todas las esperanzas que él tenía habían muerto entre las palabras de Anna.

—Ni siquiera me has dejado hablar—replicó molesto.

—Es que...esto es un poco extraño e incómodo. Eres mi hermanastro, ¿si entiendes lo que eso significa?

—Por supuesto que lo sé, no soy ningún idiota

—Entonces sabes que ese beso fue al...

—Anna, cierra la boca y déjame hablar. ¿Quieres? No soy ningún estúpido, sé que somos "familia" y que el beso fue algo extraño para ti, pero ni por un momento pretendas que no te gusto porque tú también me besaste.

—Si...pero...no sé, fue algo...es que—la lengua de Anna le estaba jugando malas pasadas— ¿porque me besaste?

—Pues porque quise hacerlo ¡porque ya estoy cansado de que seas tan ciega!

—¿Ciega?

—¡Sí! Ciega. Me gustas, Anna y me gustas mucho.

Anna observó sus manos, no se sentía capaz de ver a Alex a los ojos. Jugó con la sabana y cuando alzó la vista Alex simplemente la observaba.

—Dime que no sientes nada por mí, dime que solo han sido imaginaciones mías y que eres tan indiferente como pretendes.

—No sé qué decir—murmuró—ni siquiera sé que siento por ti. No me mal entiendas—agregó cuando el resopló—sé que te quiero, pero no sé si te quiero como un hermano o amigo...o...

—¿O…?—insistió el.

—O algo más.

Alex asintió. No esperaba que Anna le dijera que lo amaba, eso hubiera sido algo sorprendente y definitivamente increíble.

—Me gusta estar contigo y no quiero que eso cambie, aunque supongo que ahora ya es algo inevitable ¿no?—dijo Anna, con un toque de tristeza en la voz

 —No lo sé. No sé qué demonios va a pasar ahora, digamos que todo depende de ti.

—Yo no... —No, Anna. Piensa en lo que te dije, ¿quieres?

Y sin decir nada más se puso de pie y salió de la habitación, dejando a una Anna perpleja detrás.

No pudo dormir en toda la noche, "me gustas" eran las palabras que se repetían en su cabeza una y otra vez. Había pensado en Alex toda la noche, y en lo que sentía por él. Lo quería, eso estaba claro y se lo había dicho, pero... no sabía en qué forma, y le costaba tanto trabajo averiguarlo que le provocaba dolor de cabeza.

Se revolvía en la cama, de un lado a otro, el sol ya había hecho su aparición, y la alarma no tardaría en sonar, no dormir la ponía de mal humor, y le molestaba el imaginarse a Alex cómodamente dormido en su cama, mientras ella tenía debates mentales.

HermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora