chapter one: corroded coffin.

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capítulo uno: ataúd oxidado. 
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Si le preguntáramos a cualquier persona por la calle como seguiría viviendo luego de que su hermano fuera secuestrado por un monstruo de otro mundo y hubiera tenido que luchar contra este, probablemente se reirían y seguirían con su camino

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Si le preguntáramos a cualquier persona por la calle como seguiría viviendo luego de que su hermano fuera secuestrado por un monstruo de otro mundo y hubiera tenido que luchar contra este, probablemente se reirían y seguirían con su camino. Nadie sería tan ingenuo como para creer esa barbaridad. Algunos incluso llamarían a la policía al considerar que esa pregunta no la haría nadie en sus facultades mentales. Pues bien, Morgan no tenía que imaginarlo, ella misma lo había vivido, y su respuesta a aquella pregunta era que no había forma de seguir teniendo una vida común después de descubrir algo que nadie más sabía, algo que se encontraba tan en la oscuridad que, aunque se reflejara con una linterna, sería imposible de ver.

Era difícil guardar un secreto tan grande al punto de que su vida corría riesgo si decidía abrir la boca, sin embargo, más difícil era el tener pesadillas diarias con aquel ente sin rostro. Algunas eran sobre ella siendo arrastrada hacia el otro lado para posteriormente ser asesinada; contra esas podía lidiar, las que no soportaba era cuando veía a toda su familia siendo mutilada frente a sus ojos por el demogorgon.

Sí, su vida era diferente. Con el tiempo asimiló la idea de que no podría desaparecer esos eventos de su vida, así que, mes tras mes, fue acostumbrándose a la marea. El Dr. Owens─quien había tomado el puesto de Brenner en el laboratorio luego de su muerte─ le recomendó asistir a un psicólogo. No podía costearse uno y su única alternativa fue hablar con la consejera escolar, quien le dio asistencia por un mes hasta que Morgan se cansó y dejó de ir. Afortunadamente se le había quedado algo de las sesiones, y fue el encontrar métodos de distracción.

Una de las cosas que más le ayudaban a distraerse era la música. Cuando no podía dormir se dedicaba a grabar casetes o simplemente a escuchar música hasta que el sueño la inundaba y no le quedaba de otra más que dormir con la esperanza de no tener otra pesadilla.

Un día─13 de enero, para ser más específicos─Eddie Munson la abordó por el pasillo de la escuela, ofreciéndole aquello que se volvería en su nueva salvación.

─Tú dijiste que serías mi amiga─alegó Munson, persiguiéndola por detrás con las manos sobre sus hombros.

─No, tú me pediste que fuéramos amigos y luego usaste eso como método de pago─dio vuelta sin dejar de caminar, provocando que Munson igual lo hiciera.

─No─alargó la o─. Yo te pedí que fueras a verme como método de pago. El tema de nuestra amistad era diferente─Eddie se cansó de que no lo viera, así que detuvo su andar, provocando que el de Morgan también se detuviera al tenerla sujetada. De una zancada se puso frente a ella, aun sin soltarla para que no huyera─. Te vas a divertir, lo prometo. La hermosa experiencia del metal y alcohol en el garage de Jeff es algo que por lo que debes pasar al menos una vez antes de morir.

─Si sabes que el ofrecerle alcohol a menores cuenta como corrupción, ¿verdad?─preguntó entrecerrando los ojos. Eddie le imitó, ladeando la cabeza un poco y quitando las manos de ella.

THE SONG OF LOVE-STEVE HARRINGTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora