Capítulo 22: Vida

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Narra Niall:

Es verdad, el paraíso nunca va a perder su esencia, aunque se esconda entre la maldad del mundo. Siempre va a haber un paraíso dentro de nosotros. Sólo lo entendí cuando recorrí toda esta ciudad junto a Meli.

- ¡Vamos Niall! ¿Qué esperas? - Me dice Mel corriendo hacia el inmenso y largo muelle.

Dejo la bicicleta a un lado y voy hacia ella.

Observo que Meli empieza a girar y a sentir el cálido aire de la mañana que hay en San Diego.

Yo sonrió al ver la escena.

- Hace tiempo que no sales, ¿verdad? - Le pregunto gritando, porque aún estamos lejos.

- ¿Eso fue sarcasmo o qué? - Me pregunta algo molesta.

- No lo fue. - Bueno, sí lo fue.

- Mejor corre. Recuerda que tienes una audición para entrar al equipo de atletismo. - Me dice.

¡Oh sí! Es verdad, la otra semana es mi audición.

Bien, mejor tarde que nunca.

Corro rápidamente hacia ella y llego en un santiamén.

- ¡Wouh! Sí que eres rápido. - Comenta asombrada.

- Gracias. - Agradezco modestamente.

Y así me da un golpe en el hombro.

- De nada. - Me dice sarcásticamente.

Yo rio.

Empezamos a caminar y el silencio no se hace esperar.

Caminamos viendo hacia todas partes, menos a nosotros.

Esto me hace recordar a mi abuelo; siempre caminaba con mi abuela así, en silencio y nunca me atreví a preguntarle por qué, pues ya murió.

- ¿En qué piensas? - Se atreve a preguntar Melissa.

- En mi abuelo. - Digo con algo de nostalgia mirando hacia el suelo.

- ¡Oh! - Sólo se limita a decir Mel.

- Oye, ¿tus abuelos... dónde se encuentran? - Le pregunto de repente.

Lo siento, pero vi un tema de conversación a la vista.

- Bueno, supongo que están en el cielo. - Igual que los míos.

- ¡Oh! - No sé qué decir... ¡Oh! ¡Ya sé! - ¿Y cómo eran ellos? - Eso se me ocurrió.

- Es que la verdad no los conocí, ya que todos ellos murieron antes de que yo naciera. - Confiesa.

Me golpeo mentalmente.

- Lo lamento. - Digo con incomodidad.

- No lo hagas, tú no los mataste. - Me dice.

Eso fue... raro... o tal vez no.

Me pongo delante de ella y así detengo su caminar. Ahora me mira confundida.

- ¿Los asesinaron? - Me atrevo a preguntarle.

Ella se pone incomoda y así agacha su cabeza.

Suspira frustrada. - Sí, justo en una comida familiar. Bueno, es lo que me dijo Isa.

¡Oh Jesús! Esto es horroroso.

Quisiera saber el por qué, pero no quiero hacerla sentir peor.

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