- 41 - La Cita

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El encuentro en la biblioteca con Malfoy había sido algo que no me esperaba en lo absoluto, es decir, claramente no me negaría a la oportunidad de salir con él, pero me había sorprendido su decisión.

No tenía idea de qué tipo de cita sería, así que simplemente opté por ponerme algo cómodo y que me cubriera un poco del frío que se sentía aquél día. Até mi cabello en una coleta alta que había dejado al descubierto la cicatriz que yacía en mi cuello del lado derecho, me había acostumbrado a que el rubio la mirase cada vez que tenía oportunidad, así que no me molesté en cubrirla.

Afortunadamente teníamos el día libre, cuando salí del castillo en camino a la torre de astronomía, pude observar a las chicas de Beauxbatons en el patio, platicando entre ellas o con algunos chicos de Durmstrang. En mi camino me topé con uno de los gemelos, Fred, para ser exacta; Una sonrisa cálida se formó en mi rostro cuando lo miré acercarse a mi, dándole un corto pero amistoso abrazo.

— Fred, ¿qué haces? —Pregunté con la misma sonrisa, apretando un poco más mi cabello.

— Oh, iba en camino a la sala común, George acaba de conseguir un nuevo material para hacer bromas y muero por verlo. —Respondió con entusiasmo. Estaba acostumbrada a que hicieran bromas de todo tipo, así que me emocionaba que tenían entre manos en ésta ocasión—. ¿Tú qué haces?

— Iba para la Torre de Astronomía, veré a alguien. —Expliqué metiendo las manos en los bolsillos de mis jeans.

— ¿Alguien que parece estar enojado todo el tiempo y tiene una oxigenada y rubia cabellera? —Cuestionó burlesco, acción que me hizo liberar una pequeña risita. Genuinamente le tenía mucha confianza a Fred, estar con él era bastante agradable.

— Puede ser, sí. —Me encogi de hombros.

— En ése caso, ten. —Habló extendiendome un pequeño dulce en forma de corazón.

— ¿Qué es ésto?

— Magia. —Se rió, pero lo miré con ojos entrecerrados en busca de la respuesta correcta, así que no tuvo más opción que decirme—. Que aburrida, es un caramelo, pero digamos que es extremadamente dulce, tanto, que se queda impregnado en los labios por un buen rato. —Respondió guiñandome un ojo.

— Buen truco, gracias, zanahoria, nos vemos luego. —Me despedí con una sonrisa, caminando otro poco, mirando el dulce en mis manos.

Pensé un par de momentos en sí comerlo o no, es decir, no sabía cuánto tiempo duraría el efecto o si tendría alguna reacción extraña. Finalmente la comí, y efectivamente, tenía un sabor a cereza demasiado dulce, tan dulce que el aroma no podía desprenderse de mis labios.

Llegué a la torre y pude observar la figura pálida y alta del chico que se encontraba de espaldas a mi, recargado en una de las bardas.

— ¿Por qué tan serio? —Pregunté bromeando para tratar de romper el hielo.

— _____, si llegaste. —Murmuró dándose la vuelta hacia a mí, con la mirada incrédula.

— Claro, ¿por qué no habría de hacerlo? —Cuestioné levantando una de mis cejas, acercándome más a él, observando una pequeña mesa cerca de nosotros y cojines para poder sentarnos.

— Por nada, yo, bueno, hice ésto. En realidad los elfos lo hicieron pero yo di las órdenes así que también hay crédito para mi. —Respondió refiriéndose a la mesa con velas, dos platos con comida, un par de bebidas y una pequeña cajita de terciopelo negra sobre la mesa.

— ¿De verdad? Wow, se ve muy lindo ésto, gracias Malfoy. —Agradecí enternecida por aquél gesto. No era muy común que él hiciera éste tipo de cosas, así que me había sorprendido.

Eres Mía • || Draco Malfoy ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora