➴ 𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.
—¡Está pasando algo!
Sin proporcionar una explicación exacta sobre qué era ese algo, Dustin se lanzó a correr a través del bosque, ignorando los "¿a dónde vas?" y los "ten cuidado" que proclamaban sus amigos entre el silencio de la noche.
—Eh, Dustin. Frena un poco. ¡Dustin! —nada. Henderson se hallaba tan obcecado por seguir la dirección que indicaba la brújula, que no era capaz de escuchar a sus compañeros.
—¡Creo que nos acercamos! —formuló, totalmente convencido de su declaración.
—Eh, ¡ten cuidado, tío! —veloz, Eddie sujetó la sudadera del adolescente, impidiendo que su cuerpo acabase sumergido en el lago.
—Joder. Tiene que ser una broma —se lamentó Steve cuando alcanzó al grupo.
—Mirad el lado positivo, llevamos tres días sin darnos una ducha y...no nos vendría mal una —sentenció Harriet, tratando de buscar un punto favorable a aquel contratiempo.
—Sabía que este bosque me sonaba.
—El Lago Lovers —finalizó Blake, acercándose a la orilla.
—Estoy...confundido —una declaración con la que todos concordaban.
—¿El portal está en el Lago Lovers? —cuestionó Max, aumentando las dudas de todos.
—Cuando el demogorgon atacaba, siempre dejaba una apertura. Puede que con Vecna sea igual —explicó Nancy.
—Solo hay una forma de saberlo —finalizó Steve.
De forma fugaz, se contemplaron los unos a los otros. No se habían planteado la probabilidad de que el supuesto portal se hallase en medio del lago; un terreno poco favorable para huir en caso de verse envueltos en problemas.
—Ahí —con la linterna, Harrington apuntó la lancha que se encontraba varada junto a la orilla.
Por muy poco que les entusiasmara aquella idea, era la única carta que podían jugar. Harrinton, tomando la iniciativa, retiró con brusquedad la lona que cubría la embarcación.
—Ayúdame —ordenó, contemplando a Eddie. El muchacho suspiró como respuesta inicial; y antes de proporcionarle su ayuda, le tendió a Blake la linterna—. Despacio.
Un desapacio que resultó ser veloz y brusco.
—Despacio. He dicho despacio, tío.
Munson gruñó por lo bajo a modo de contestación. No era el momento idóneo para que Steve lo reprendiera por no haber acatado aquel despacio.
—¡Eh, eh, eh! —de un suave empujón, Eddie detuvo la repentina acción de Dustin—. Esto puede con cuatro personas como máximo, y tú no vas a ser uno de esos cuatro, Henderson.
—Pero...
—Concuerdo con el friki. Tú te quedas en tierra; con Max y Lucas —decretó Harrington.
—¡La teoría era mía! —reclamó el adolescente, no estando de acuerdo con la teoría dictada por los adultos.
—Ya los has escuchado, Henderson. Tú te quedas —habló Blake, tratando de infundir orden y respeto. Casi dieciocho años conviviendo con Jim Hopper eran los responsables de su carácter de liderazgo; imprescindible en situaciones como un conflicto entre Henderson y Harrington.
—Yo también me quedo —se apuró a agregar Robin—. Mi torpeza no permitiría que esa barca se mantuviera estable, y...
—Ya, lo comprendo —interrumpió Steve, entendiendo el verdadero motivo por el que Buckley había optado por no unirse a aquel improvisado grupo de expedición—. Harriet, tú también te quedas.