➴ 𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.
El silencio que abordaba la caravana llegaba a ser ensordecedor. Sus subconscientes se habían transformado en sus enemigos; sus propios pensamientos los atormentaban. La última jugada de la partida estaba a punto de ejecutarse; era tarde para arrepentimientos, para dar media vuelta y huir. Jaque mate al rey, o jaque mate a ellos mismos.
—Tened cuidado. Al más mínimo indicio de que todo se tuerce...abortáis la misión.
Primera parada de la última gran jugada: el hogar de los Creel, la guarida del rey. El destino de Lucas, Erica y Max. Su siguiente movimiento se ejecutaría desde allí, desde el origen del caos.
—Suerte. Nos vemos cuando todo esto acabe.
Angustia y miedo. Las últimas palabras de Max habían sido un golpe de realidad. "Nos vemos cuando todo esto acabe". ¿Y sí no acababa? Estaban tan convencidos de que el plan tendría éxito que no se habían planteado, hasta ahora, la probabilidad de que no hubiese un "nos vemos cuando todo esto acabe".
—¿Qué te parece Maine?
Cuando la pregunta susurrada de Munson se introdujo entre las cavilaciones de Blake, lo miró.
—Me parece un lugar perfecto para empezar de cero. Cerca del mar, tú y yo. Con una oportunidad de poder hacer que esto, sea lo que sea, funcione.
—Contigo, cualquier lugar me parece perfecto, Eddie. Y esto, aunque aún no tenga nombre, es una relación. Porque de pocas cosas he estado más convencida en mi vida que de querer estar contigo y pedirte salir.
Sin romper el contacto visual que habían establecido, Blake buscó la mano de Eddie y la agarró. Con cariño, la apretó. Necesitaba que el plan diese frutos favorables; necesitaba hacer las maletas e irse de Hawkins con él.
—Eres la forma más bonita que ha tenido el universo de comunicarme que la vida merece la pena. Porque después de la muerte de mi padre, nada tenía sentido; seguir, no tenía sentido. Y, ¡boom! Dustin me arrastró hacia ti la noche del partido y...todo cambió.
La velocidad de la caravana comenzó a disminuir considerablemente hasta que, finalmente, se detuvo. El ronroneo del motor cesó, y el silencio los sacudió.
—Repasemos el plan.
Harrington había optado por alzar la voz al comprobar que ninguno se decantaba por tomar la iniciativa y abandonar su puesto. La tensión les impedía pensar de forma clara.
—Eres el mayor golpe de suerte que me ha dado la vida, Blake.
Antes de ponerse en pie, Eddie proporcionó la respuesta a la declaración de la adolescente. Cuando los nervios lo sucumbían, era incapaz de expresarse con claridad. Pero para Blake, aquella sencilla frase, había sido más que suficiente.
—Está bien, repasemos una vez más el plan —apoyando la idea de Steve, Nance se levantó y se posicionó en el centro de la caravana. A los segundos, todos la rodearon—. Fase uno.
—Quedamos con Erica en el parque —habló Robin—. Les dará la señal a Max y a Lucas al llegar.
—Fase dos.
—Max atrae a Vecna. Para atacarla deberá entrar en trance —siguió Harriet.
A Blake, aquel paripé le resultó similar al instituto. La profesora lanzando cuestiones al aire, y los alumnos proyectando las respuestas de memoria tras haberlas leído en el temario. O, más bien —a causa de los atuendos que se habían vestido—, simulaba una escuela militar. Con su sargento y sus cadetes.