➴ 𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟔.
—Blake, ¡espera!
Veloz, Robin atravesó el pasillo del instituto —llevándose a un par de adolescentes por delante y recibiendo diversas malas palabras como consecuencia—, y atrapó a su amiga. La hija del antiguo sheriff de Hawkins la encaró sobresaltada; los cascos que cubrían sus oídos habían aislado los diversos "Blake" que Buckley había pronunciado.
—Te estaba buscando, ¿dónde te habías metido? —de manera interrogativa, formuló la primera duda que le había surgido.
—Tenía que hacer un par de cosas; nada importante —mentía, pero eso Robin no lo sabía—. ¿Vamos al comedor? Con las prisas esta mañana no he desayunado, ¡y me estoy muriendo de hambre!
—¿Prisas tú, Blake Hopper? Madrugas más que el gallo de mis vecinos; y eso que a las cinco de la mañana ya está anunciando el comienzo de un nuevo día.
—No podía dormir y me entró la vena repostera.
—¿Otra vez? —la mueca que Robin había adquirido hablaba por sí sola. Blake, de forma inocente, se encogió de hombros.
—Al menos en esta ocasión tenía aspecto de ser comestible. ¡Y el gato no se ha muerto cuando lo ha probado!
—Ya... —no confiaba en los dotes culinarios de su amiga; y Blake no la culpaba por ello. Su último intento de tarta de limón había sido una auténtica catástrofe—. Obviando estos arrebatos de chef que te suelen dar, ¿qué tal el examen?
El examen. Ese que Harriet había mencionado cuando aterrizó esa misma mañana en la caravana de Blake. Ese del que la propia estudiante no tenía conocimientos. Ese que había sido aún más catastrófico que la tarta de limón de hacía un mes.
—¿Por qué no me dijiste qué teníamos examen de historia?
—Porque supuse que esa información había llegado a ti, ¡ya que estabas en clases el día que se dictó la fecha del examen!
Estaba, claramente estaba. Al menos físicamente. ¿Pero mentalmente? Su subconsciente tendía a viajar lejos cuando lo que la envolvía no era de su agrado; y las clases de historia, no lo eran.
—Pues no llegó a mi. Así que, respondiendo a tu pregunta, el examen de historia fue un completo...
—¡Blake, te necesito!
—...fracaso —remató en un murmullo tras haber sido interrumpida de manera completamente brusca por Henderson—. ¿Por qué me necesitas?
La respuesta del adolescente no fue inmediata. Había esprintado de un extremo a otro del instituto de manera reiterada, y el oxígeno llegaba de forma irregular a sus pulmones. Blake y Robin lo contemplaron con un deje de desconcierto recorriendo sus facciones.
—Necesito... —le seguía faltando el aire, y no era capaz de hablar de corrido.
—¿Necesitas?
—Te necesito esta noche —pronunció sin titubeos antes de volver a introducir aire en su organismo.
Los orbes de la joven Hopper viajaron hacia su compañera. Era una frase que podía acarrear múltiples significados; y ninguno que pudiera deducirse con tan escasa falta de información.
—Si has asesinado a alguien y necesitas deshacerte del cadáver, ¡llama a Steve! —sentenció Blake al no obtener más referencias por parte de Dustin—. Y si tienes a otro demoperro en tu habitación, ¡llama a Steve también!
Sin detenerse a esperar una respuesta, atrapó el brazo de Robin y la obligó a caminar hacia el comedor; pero dos pasos fueron lo máximo que alcanzaron a realizar antes de que Dustin volviese a interferir en sus caminos.